Derribo hotel Virma (Ciudad Lineal, Madrid)

Plano de la Ciudad Lineal. (Foto: Archivo C.M.U)
Plano de la Ciudad Lineal. (Foto: Archivo C.M.U)

La Ciudad Lineal de Arturo Soria

La Ciudad Lineal fue el proyecto del promotor y urbanista Arturo Soria. Por medio de la Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.), cuyo objeto era la compraventa de terrenos, la construcción de casas de diferentes tipologías, precios y calidades, de desarrolló una ciudad lineal vertebrada por un tranvía de circunvalación que ponía en comunicación la nueva ciudad con los pueblos próximos y con la capital. Llegó a alcanzar cinco kilómetros en terrenos del extrarradio, con casas para todas las clases sociales, como respuesta “antiespeculativa” ante la falta de vivienda. En palabras del propio Soria, había que evitar la “ambición desenfrenada de los dueños de los solares” que dificultaban construir en los límites de Madrid.

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Plano general de la primera barriada de la Ciudad Lineal en 1901. (Fuente. Revista Ciudad Lineal nº 103, 16/6/1901, Hemeroteca BNE)

En 1911 vivían en la Ciudad Lineal cerca de 4.000 personas y había más de 700 casas, con tranvías que facilitaban la movilidad. Muchos vecinos fueron conocidos empresarios y aristócratas y también personajes célebres de la época, como el tenor Miguel Fleta o las actrices y cupletistas “la Chelito” y Raquel Meller.
En 1914 llegó la crisis con la suspensión de pagos de la C.M U. A pesar de la recuperación de la empresa, la filosofía original cambió con los nuevos gestores. Los acontecimientos políticos y sociales que marcaron el siglo XX y el descontrol urbanístico de los años sesenta y setenta acabaron por difuminar lo que restaba del utópico proyecto. Paradójicamente, el fin de la barriada estuvo marcado por esa misma “ambición desenfrenada” que tanto criticó Soria.

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Hotel Virma en 1917, recién construido. Fachadas principal este y lateral sur. (Fuente. Revista Ciudad Lineal nº 669, 30/6/1917, Hemeroteca BNE)

Construcción de la villa en 1916-17

El hotel Virma o Villa Virma fue mandado a construir por la familia Gutiérrez de Terán a mediados de 1917 en un solar compuesto por cuatro lotes, con un total de 1.600 , en la manzana número 71 de la Ciudad Lineal, con fachadas a la calle de Arturo Soria y a la de la Prensa. La principal se encontraba en Arturo Soria, de la que tomó la numeración, el 66.

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Subdivisión de la manzana 74  entre las calles Joaquín Arroyo, Piquer y Arturo Soria, en tres  y cada una de estas en lotes, cuyo precio variaba desde las 1.500 hasta las 5.000 pesetas. Contrario a la planificación ortogonal, Soria proponía una ciudad lineal, en donde una calle principal –susceptible de extenderse sin límite, en función de las necesidades- sirviese de eje de comunicación y entorno a la cual unas pocas calles paralelas y otras perpendiculares enlazasen las viviendas con ésta. La ciudad lineal debía estar fuera del contorno urbano, ya que el suelo era mucho más barato. Las viviendas serían unifamiliares, con su porción de jardín, y las tipologías dependerían del precio de las mismas. En las palabras de Soria, se trataba de “ruralizar la vida urbana y de urbanizar el campo”. (Fuente: Revista Ciudad Lineal, Hemeroteca BNE)

La casa se construyó en una zona elevada de la finca muy próxima al cerramiento que limitaba con la calle de la Prensa. Los muros de las fachadas se hicieron en la planta baja de piedra de granito de Colmenar Viejo, con retundido en las juntas de cal; y el resto, resaltes, guardapolvos y líneas de imposta, realizados en cemento, estaban enfoscados y pintados a la cal. La cubierta era de madera y teja plana, con detalles de carpintería pintados en blanco en los aleros y cornisas.

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Hotel Virma en 1917, recién construido. Fachadas principal este y lateral norte. (Fuente. Revista Ciudad Lineal nº 669, 30/6/1917, Hemeroteca BNE)

Estilo antiguo-español

Se accedía a la vivienda por medio de cuatro escalones que daban a  un zaguán en la fachada lateral que miraba a la calle principal  Arturo Soria y que iba a dar a un amplio recibidor o hall con chimenea, solado con tarima de madera y techos de viga de madera descubierta de estilo antiguo-español.

El comedor estaba en la planta baja y llevaba igualmente las vigas del techo al descubierto. Tenía otra chimenea de estilo renacimiento español y dos grandes ventanas que desde el jardín dejaban ver la calle principal. Al fondo se abría una puerta que conducía a un porche cubierto con una estrecha escalera de servicio que comunicaba la cocina con la planta principal y con el sótano donde estaban la despensa y la carbonera. Una breve escalinata exterior permitía salir al arbolado jardín.

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Villa Virma, fachada este, c. 1920. (Foto: Archivo C.M.U)

Desde el hall, una escalera con barandilla de madera barnizada estilo español conducía a la planta principal, donde estaban los dormitorios con paredes lisas al temple,  puertas con recuadros pequeños de cristal y carpintería de madera barnizada al natural muy del estilo inglés moderno de 1917. En esta planta había también un cuarto de baño con pila de hierro esmaltado, grifos de agua fría y caliente; y, junto a éste, otro cuarto con retrete inodoro de lujo y lavamanos. El dormitorio principal tenía salida a una amplia terraza cuyo forjado y los pilares que lo sujetaban formaban un porche sobre la gran ventana del gabinete. Del principal partía una escalera que subía a los cuartos de los criados que se encontraban en la bajocubierta.

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Anuncio del sorteo de una casa de 5.000 duros (25.000 pesetas) entre los subscriptores de la revista Ciudad Lineal. El edificio es de una tipología bastante parecida al hotel Virma. (Imagen: Revista Ciudad Lineal nº 103, 16/ 6/ 1901, Hemeroteca BNE)

También hubo una casa de servicio aneja con sala, dormitorio y cocina situada encima de las caballerizas. El cerramiento de la finca se realizó con un muro de media altura de mampostería  en ladrillo y granito  sobre el que se apoyaba un original enrejado de espino natural sujeto en una serie de pilastras  situadas en los ángulos el terreno y a otras dos en la calle de la Prensa que recibían la puerta doble de entrada fabricada en madera.

Hotel Virma en 2008, en estado de abandono. Fachada lateral sur en la calle de la prensa nº 3.
Hotel Virma en 2008, en estado de abandono. Fachada lateral sur en la calle de la prensa nº 3. (Foto: Enrique F. Rojo, 2008))

Derribo del hotel Virma

La propiedad cambió de dueños a finales de los años 20. Los nuevos propietarios  fueron la familia del abogado Juan Antonio Isasi San Pedro, que le pusieron el nombre a la villa, por las hijas del matrimonio, Virginia y Maruja. Trás la muerte de los padres, la propiedad se fue dividiendo. Primero se vendió una parte, la más occidental, en la década de los 80. En la década siguiente se vendió la zona del jardín más proxima a  Arturo Soria. En ambos casos se construyeron sendos edificios de viviendas de cuatro y tres alturas respectivamente. Al no existir ningun tipo de protección para los edificios singulares que componían el proyecto de la Ciudad Lineal, éstos se han derribado sistemáticamente desde la década de los 60 del siglo XX. Tan solo se conservan unas pocas casas restauradas y algunos cerramientos perimetrales de antiguas fincas que en la actualidad albergan modernas promociones de viviendas. La parcela en la que se encontraba el hotel Virma, se enajenó en esta última década y la casa se derribó en 2018, siguiendo el destino habitual de las casas primitivas de la Ciudad Lineal.

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Calle de la Prensa nº 3. Barrio de Costillares, también llamado Pinar de Chamartín, distrito de Ciudad Lineal, Madrid. Solar en el que se encontraba Villa Virma. (Foto: Google Maps, 2018)
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Calle de la Prensa nº 3. Barrio de Costillares, distrito de Ciudad Lineal, Madrid. Antiguo solar de Villa Virma, actualmente en construcción. (Foto: Enrique F. Rojo, junio 2019)

Referencias.-

Sánchez Fernández, David Miguel
Un paseo por la Ciudad Lineal
Ediciones La Librería
Madrid, 2010

Revista Ciudad Lineal
Hemeroteca BNE

Ciudad Lineal de Arturo Soria
Urban Idade (Blog)

Parque de Diversiones de la Ciudad Lineal

Arturo Soria desarrolló a partir de 1894 la Ciudad Lineal, proyecto urbanístico innovador pero poco rentable. A la promoción de viviendas se unió la creación de una red de tranvías y un extenso Parque de Diversiones para solaz de los madrileños. La ingente inversión tuvo éxitos efímeros. El Parque acabaría por desaparecer, quedando para la memoria apenas el testimonio documental de archivos y hemerotecas.

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Arturo Soria desarrolló a partir de 1894 la Ciudad Lineal, proyecto urbanístico innovador pero poco rentable. A la promoción de viviendas se unió la creación de una red de tranvías y un extenso Parque de Diversiones para solaz de los madrileños. La ingente inversión tuvo éxitos efímeros. El Parque acabaría por desaparecer, quedando para la memoria apenas el testimonio documental de archivos y hemerotecas.

La Plaza de Toros y el Gran Teatro

El antecedente del Parque de Diversiones fue una Plaza de Toros. Estaba entre las calles Arturo Soria y López Aranda. El éxito del coso animó a la Compañía Madrileña de Urbanización de Arturo Soria (C.M.U.) a crear un Centro de Diversión que satisficiera no solo las necesidades de ocio de la Ciudad Lineal sino también las de toda la capital.

En 1904 se construyó el Gran Teatro, de 650m2 de planta, en la calle Arturo Soria con Hernández Rubín, con una parada de tranvía a sus puertas. Era de ladrillo revocado y armadura de hierro con ornamentación interior y exterior Modernista. Obra del arquitecto Ricardo Marcos Bauzá, el teatro era multiusos y sirvió indistintamente como circo y sala de conferencias. Tenía patio de butacas y palcos laterales, con aforo para 2.500 espectadores. Rodeándolo se diseñó un jardín para el tránsito del público y su esparcimiento por el complejo. Finalmente, su falta de rentabilidad hizo que se arrendase en 1910 a una sociedad que lo explotó como Casino hasta 1922, a finales de la Restauración Borbónica de Alfonso XIII, año que cerró por orden gubernamental.

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Teatro y Salón-Restaurant. Al fondo el Frontón. Abajo, durante su construcción.

El Salón-Restaurant

En Abril de 1907 se inauguraba, anejo al Teatro, el Salón-Restaurant. En el acto, al que acudieron más de doscientos comensales, con una numerosa representación de la Prensa madrileña, se alabó la calidad del menú, la prestancia del servicio y las excelencias del local. El restaurante se sumaba al parque junto con el teatro, el frontón, bar, billares y gimnasio al aire libre. Medía 240 m2 y 12 m de altura repartidos en un comedor central con saloncitos laterales independientes, cuyas paredes se adornaban con lienzos al óleo. La cubierta del recinto era acristalada, a la moda de la época, y todo su perímetro contaba con amplias puertas que permitían su apertura en el verano para favorecer que corriera el aire.

El interior del Parque tenía jardines con veredas flanqueadas con plátanos de sombra y plantas de coloridas flores. Poco a poco se incorporaron amenidades como los “tIros de pistola y carabina”, los bolos americanos, el teatro de títeres , el famoso “pim-pam-pum” de tiro al blanco, el tobogán gigante o la increíble “máquina voladora”. En la zona más elevada del Parque había una explanada con mesas y sillas donde se servían todo tipo de bebidas espirituosas y refrescos.

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Patio lateral del Salón-Restaurant alrededor de 1910.

El frontón-“kursaal”

Al poco de construirse, el frontón se transformó en teatro. Se denominó “Kursaal” y tenía una capacidad de 3.600 personas, superior a otros teatros madriñeños, con localidades repartidas por toda la cancha, butacas a ambos lados del escenario, localidades económicas en una gran gradería a lo largo del frontón para casi 600 personas, y localidades más baratas de pie. En torno al bar había mesas y sillas para ver el espectáculo y en el primer piso se encontraban las localidades exclusivas, con palcos familiares y un gran palco común para 100 personas. También había una azotea con nueve grandes palcos de lujo. El “Kursaal”, con 11 m de embocadura , decorada en escayola por el escultor Enrique Carrera, tenía 5 m de fondo y un proscenio de 6 x 13 m. Se representaban especialmente óperas, zarzuelas, obras menores y “varietés”. Y también luchas greco-romanas y espectáculos varios. Todo el parque estaba espléndidamente iluminado con focos de arco voltaico, lámparas incandescentes y adornado con plantas, árboles, flores de todos los colores y olores.

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Velódromo-Estadio en 1923 durante un partido del Real Madrid F.C.

 

El Velódromo-Estadio

En 1910 se inauguró un velódromo -primero en Madrid- que ocupaba 2,4 ha, con una capacidad para 20.000 espectadores. Aunque también se utilizaba como pista para exhibiciones aéreas, acabó reconvertido en un estadio polivalente donde se celebrarían pruebas ciclistas, hípicas, partidos de hockey, fútbol, tenis y atletismo. En 1923 el Real Madrid F.C. lo utilizó como campo propio mientras construía el Estadio de Chamartín. En 1926, para aliviar la mala situación económica de la Compañía, el antiguo velódromo fue puesto a la venta. En 1918, ya se había vendido la plaza de toros. En 1932 cerró definitivamente el Centro de Diversiones y se instaló la CEA, empresa cinematográfica que transformaría las instalaciones en platós. Finalmente, en la década de los setenta del siglo XX los Estudios CEA se disuelven y con su desaparición se produce la posterior demolición de todo vestigio del viejo Parque de Diversiones de la Ciudad Lineal dando lugar a lujosos conjuntos residenciales y oficinas.

(Artículo publicado en el ejemplar nº 246 del mes de mayo de 2014 de la Revista Plácet)

Referencias.-

Maure Rubio, Miguel Angel
La Ciudad Lineal de Arturo Soria
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid
Madrid, 1991 ISBN 84-7740-048-2

Sánchez Fernández, David Miguel
Un paseo por la Ciudad Lineal
Ediciones La Librería
Madrid, 2010 ISBN 978-84-9873-098-2

La Ciudad Lineal
Revista de Urbanización (C.M.U.)

Quintas de la Villa de Hortaleza (Madrid)

Hortaleza, suena a “fortaleza”, pero su pasado no parece estar ligado a estirpes guerreras. No hay restos medievales, aunque sí el testimonio de antiguos palacetes y quintas de recreo que dieron importancia a la villa y que en más de medio siglo se han desvanecido al anexionarse, en 1949, al municipio de Madrid.

Parroquia de San Matias 1880

Hortaleza, suena a “fortaleza”, pero su pasado no parece estar ligado a estirpes guerreras. No hay restos medievales, aunque sí el testimonio de antiguos palacetes y quintas de recreo que dieron importancia a la villa y que en más de medio siglo se han desvanecido con su anexión, en 1949, al municipio de Madrid.

La villa de Hortaleza

En 1850 Pascual Madoz situaba la villa de Hortaleza en un alto y en terreno irregular con valles y barrancos, con clima benévolo por los aires serranos que ahí se respiraban y, en general, como buena tierra para la vida y el esparcimiento. Entonces Hortaleza tenía 137 casas de mediana construcción, distribuidas en 12 calles y una plaza. Contaba con 77 vecinos y 373 almas.
Las casas principales pertenecían a la aristocracia. Había Ayuntamiento con cárcel, taberna, carnicería y escuela de niños para 35 alumnos y otra escuela de niñas para 18 alumnas. Una fuente pública y tres más en casas particulares abastecían de agua a los vecinos.
La villa limitaba al norte con Alcobendas, al este con Barajas, al sur con Canillejas y al oeste con Chamartín. Había dehesas con prados y montes, como el de la Moraleja, recorridos por los arroyos de Valdebebas y Abroñigal, tributarios del Jarama y del Manzanares respectivamente. Se cultivaban toda clase de hortalizas y cereales, y se criaba abundante ganado lanar y caprino.

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Casco urbano de la villa de Hortaleza 1870.

Palacio de Buenavista

Hortaleza fue lugar de Quintas. De las más notables fue el Palacio de Buenavista, de los marqueses de Santa Cruz, en tierras limitadas por el Camino Viejo de Madrid o camino de Hortaleza (López de Hoyos), el Camino Nuevo (Mar caspio) y el Arroyo de Rejas. La finca estuvo rodeada de jardines y árboles, con un imponente palacete neoclásico y, según dicen, la frecuentó Fernando VII. Tras las vicisitudes surgidas en 1808 por la presencia de las tropas francesas la propiedad quedó abandonada.
El edificio tenía fachadas de ladrillo y mampostería con zócalos de granito. La huerta-jardín tenía dos fuentes de piedra y un alargado estanque con un dios Baco en el centro. A los lados había cipreses formando una plazuela con escalinata y un templete. Había varias norias para mover el agua hasta las huertas, un pozo de nieves, bodega y un molino de aceite.
En 1840 Isidoro Urzáiz compró la finca, que luego vendería a la marquesa de Branciforte para construir en 1882 el Convento de Nuestra Señora de Loreto (Ursulinas), de estilo neomudéjar. En 1936 el Auxilio Social instaló en la finca el Hogar Clara Eugenia para niñas huérfanas. Actualmente pertenece a la Comunidad de Madrid.

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Silo poliédrico de hormigón de la Huerta de la Salud construido en 1928. En la actualidad, 2014, rehabilitado por el Ayuntamiento de Madrid como dotación cultural, se encuentra sin uso. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)

La Huerta de la Salud

La Huerta del Cristo de la Salud, de los duques de Frías, ya aparecía en 1752 en el Catastro de Ensenada. La finca ocupaba los límites de las actuales calles Alcobendas, Mar de Aral, Mar de las Antillas y Mar Negro.
El acceso principal se hacía a través de una puerta monumental de granito. En el dintel aparecía una inscripción de 1749 con un verso del poeta Ovidio: “Gaudia sunt nostro plusquam regalía ruri, urbe homines regnant vivere rure daturi” (aunque los hombres reinan en las ciudades, nuestras mayores alegrías las da la vida del campo).
En 1894 la Huerta de la Salud cambió de manos y se reformó. Se añadieron graneros, establos y un silo. De todo ello quedó constancia en una placa colocada junto a la antigua inscripción. En la actualidad solo se conservan la puerta –modificada- y el silo poliédrico construido en 1928.

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Parroquia de san Matías, de 1879, en una imagen actual retocada. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)

Parroquia de San Matías

La iglesia de San Matías, parroquia desde el siglo XVIII, satisfacía las necesidades espirituales de la villa. El proyecto, del arquitecto Enrique María Repullés, aprovechó los cimientos ya construidos de un proyecto anterior y fue inaugurada el 31 de Mayo de 1879. Es de planta rectangular, levantada en ladrillo, de estilo neomudéjar, con una única torre con campanario que se eleva por encima del presbiterio.
Próximo a la iglesia, se encuentran el cementerio y el Convento de los Padres Paules, creado en 1896 y reedificado en 1934, que ocupa los terrenos de la antigua Quinta del conde de Torrepilares.

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Ermita de Nª Señora de la Soledad de Hortaleza. Detrás la tapia del viejo cementerio de la Villa. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)

*Artículo publicado en el nº 242 de Enero de 2014 de la Revista Plácet.

“Villa Rubín”, antigua residencia de Arturo Soria (Madrid)

En 1908 Arturo Soria y Mata, creador de la Ciudad Lineal, mandó construir “Villa Rubín”, su residencia familiar. Este singular y desconocido edificio, que ha sobrevivido al paso del tiempo, nos recuerda con su presencia el importante legado que el polifacético y emprendedor Soria dejó a la historia del urbanismo madrileño.

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“Hotel Rubín”, residencia de la familia Soria, en 1908.

En 1908 Arturo Soria y Mata, creador de la Ciudad Lineal, mandó construir “Villa Rubín”, su residencia familiar. Este singular y desconocido edificio, que  ha sobrevivido al paso del tiempo, nos recuerda con su presencia el importante legado que el polifacético y emprendedor Soria dejó a la historia del urbanismo madrileño.

Arturo Soria, el urbanista

Don Arturo Soria y MataArturo Soria y Mata nació en Madrid en 1844 en el seno de una familia modesta  y desde su juventud manifestó gran afición por las ciencias y la ingeniería. Fue telegrafista y se formó como geómetra, desarrollando su faceta de inventor en esta disciplina con aportaciones como el “teodolito impresor automático” o el “avisador de las crecidas de los ríos”.
Fue también escritor, conferenciante y periodista. Sus reflexiones sobre la especulación urbanística, la falta de vivienda y el higienismo le llevaron a idear en 1882 el proyecto de la Ciudad Lineal madrileña. Para llevarlo a la práctica fundó en 1894,  junto con el arquitecto Mariano Belmás y  Estrada, la Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.), cuyo objeto era la compraventa de terrenos, la construcción de casas de diferentes tipologías, precios y calidades y el desarrollo de una ciudad lineal vertebrada por un tranvía de circunvalación que pusiese en comunicación la nueva ciudad con los pueblos próximos y con la capital.

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Arturo Soria con sus nietos en el hotel Rubín, probablemente en la parte trasera. La fotografía se tomó en 1912 y es propiedad de Emilio Keller Soria. Se encuentra publicada en el Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid.

La Ciudad Lineal, el proyecto

La Ciudad Lineal de Arturo Soria llegó a alcanzar cinco kilómetros en terrenos del extrarradio, con casas para todas las clases sociales, como respuesta “antiespeculativa” ante la falta de vivienda. En palabras del propio Soria,  había que evitar la “ambición desenfrenada de los dueños de los solares” que dificultaban construir en los límites de Madrid.
En 1911 vivían en la Ciudad Lineal cerca de 4.000 personas y había  más de 700 casas, con tranvías que facilitaban la movilidad. Muchos vecinos fueron conocidos empresarios  y aristócratas y también personajes célebres de la época como el tenor Miguel Fleta o las actrices y cupletistas “la Chelito” y Raquel Meller.

En 1914 llegó la crisis con la suspensión de pagos de la C.M U. A pesar de la recuperación de la empresa, la filosofía original cambió con los nuevos gestores. Los acontecimientos políticos y sociales que marcaron el siglo XX y el descontrol  urbanístico de los años sesenta y setenta  acabaron  por difuminar lo que restaba del utópico proyecto.  Paradójicamente, el fin de la barriada estuvo marcado por esa misma “ambición desenfrenada” que tanto criticó Soria.

“Villa Rubín”, la casa

“Villa Rubín”, llamada así por Julia Hernández Rubín, esposa de Soria, se encontraba en el nº 9 de la calle principal de la Ciudad Lineal. Construida en una parcela de 4.800 m2, pro un montante de 75.000 ptas, contaba con 15 habitaciones repartidas en tres plantas similares pero independientes a las que se accedía por una escalera interior. Sólo la planta principal tenía entrada por la fachada delantera. Al fallecer Soria en 1920, la familia se mudó y puso la finca en alquiler por 8.000 ptas anuales. En 1925 deciden venderla y un año después Francisco de Borja Patiño, industrial y comerciante la adquiere por 250.000 ptas,  sometiéndola a algunas modificaciones estéticas. Además, le cambia el nombre por el de “Villa Ceres”.

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“Hotel Rubín” en la actualidad. La vivienda de Arturo Soria y familia se encontraba en la Manzana 90 y constaba de tres viviendas repartidas en tres plantas con similar distribución. El acceso era independiente por escaleras exteriores laterales. Sólo la planta baja tenía acceso por el frente central del edificio. En el presente se encuentra numerada con el 124 de la calle de Arturo Soria y es utilizada como Residencia de Menores “Manzanares”, dependiente de la Comunidad de Madrid. (Foto: Enrique Fidel, 2008)

Acabada la guerra civil, la finca se incautó por el Auxilio Social que la llamó Hogar Villa Ceres y la destinó a las actividades humanitarias propias de la organización, acometiendo nuevas reformas que cambiaron por completo su aspecto original. Acabadas las obras se inauguró con el nombre de Hogar Alto de los Leones con capacidad para 120 niños huérfanos de ocho a doce años.

En 1975 la antigua Villa Rubín” cambió de nombre otra vez por el de Residencia para menores Manzanares a cargo de la Diputación provincial. Hoy día el edificio es residencia para menores extranjeros no acompañados con el nombre de Centro de Adaptación Cultural y Social Manzanares dependiente de la Comunidad de Madrid.

(Publicado en el nº 241 de la revista Plácet en diciembre de 2013)

Referencias.-

Maure Rubio, Miguel Angel
La Ciudad Lineal de Arturo Soria
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Madrid, 1991 ISBN 84-7740-048-2

Soria y Mata, Arturo
Tratados de urbanismo y sociedad
Clan Libros
Madrid, 2004

López Díaz, Jesús
La vivienda social en Madrid, 1939-1959.
UNED, Espacio, tiempo y forma, 2002.

Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid.

Enciclopedia Madrid Histórico

Historias Matritenses
Blog con extensa información sobre la Ciudad Lineal

Cruzar el Estrecho a los 15 años (Madrid Diario, 26/11/2010)

Revista Plácet

Vivienda social e iniciativa privada, «Gran Hábitat» de Vallecas, un ejemplo de 1969.

En 1974, el periodista Luis Carandell denunciaba en la revista Triunfo lo que él llamó el «engaño» de comprar un piso de «Gran Hábitat», un conjunto de 192 viviendas libres y 26 locales comerciales situadas en Vallecas pueblo. Se trata de un bloque de cinco plantas con once portales en toda la promoción, dispuesto en forma de U con fachadas a las calles Puerto de Alazores, Sierra de Tornavacas, Puerto de las Pilas y San Jaime (antigua carretera de Villaverde).

ANUNCIO HABITAT

Contexto

En la España de los 40, 50 y 60 del siglo XX uno de los problemas que tenía en jaque a las autoridades era la escasez de vivienda para acoger a las constantes oleadas de inmigrantes. Fueron  diversos los  intentos para limitar el crecimiento descontrolado de los  poblados satélite que salpicaban la periferia de Madrid.

Para llevar a cabo esta ordenación, el Instituto Nacional de la Vivienda (INV) y la Comisaría de Ordenación Urbana de Madrid (COUM) pusieron en marcha en el año 1955 el primer Plan Nacional de la Vivienda, que establecía cuatro objetivos fundamentales:

1) Creación de los Poblados de Absorción, que cobijase a la población que habitaba en viviendas diseminadas y de escasa calidad. Tenían un carácter provisional, que se prorrogó en el tiempo y se ofrecían en régimen de alquiler barato;  2) Creación de Poblados Dirigidos, en los que las viviendas estarían autoconstruidas por sus futuros moradores, a través de modelos preestablecidos y bajo la dirección de técnicos del INV. Se ofrecian en regimen de compra;  3) Creación de nuevos núcleos urbanos; y 4) Construcción de barrios modelo, a modo de los anteriores, pero con unas características específicas que permitiesen su reproducción. Estos dos últimos no llegarían a desarrollarse.

Vivienda social e iniciativa privada

En 1957 José Luis Arrese se estrenaba como ministro de Vivienda y a partir de 1960 el Ministerio dejaba en manos de la iniciativa privada el asunto de la vivienda social que hasta entonces habían resuelto con irregulares resultados el Instituto Nacional de la Vivienda (INV)  y la Obra Sindical del Hogar (OSH). En Madrid, la Comisaría de Ordenación Urbana (COUM) a cargo de Julián Laguna que, hasta entonces había facilitado grandes promociones al INV y fue la impulsora de los poblados dirigidos y los de absorción, dejó de tener un papel principal, al quedar englobada dentro del nuevo Ministerio. Fue la gran oportunidad para  inmobiliarias como Urbis o Banús, propiedad de José Banús.

La promotora Banús, por ejemplo, construyó el barrio de La Concepción y el barrio de El Pilar, este último  formado por bloques de «pisos de 40 y 44 metros cuadrados destinados a alojar a los nuevos inmigrantes que acudían a Madrid al olor del incipiente milagro económico español. Al  promotor le salían los pisos sociales en torno a las 35.000 pesetas y el propietario pagaba sobre las 50.000 pesetas de entrada y el resto, hasta 100.000 más, a pagar en cómodos plazos mensuales. Además, la promotora se beneficiaba de una ayuda oficial a fondo perdido de 25.000 pesetas por piso para estimular la construcción de viviendas«.

(El País, 22/09/1984)

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«Gran Hábitat» de Vallecas en la actualidad, ©Google 2013.

«Gran Hábitat» de Vallecas

En 1974, el periodista Luis Carandell denunciaba en la revista  Triunfo lo que él llamó el «engaño»  de comprar un piso  de «Gran Hábitat», un conjunto de 192 viviendas libres y 26 locales comerciales situadas en Vallecas pueblo. Se trata de un bloque de cinco plantas con once portales en toda la promoción, dispuesto en forma de U con fachadas a las calles Puerto de Alazores, Sierra de Tornavacas, Puerto de las Pilas San Jaime (antigua carretera de Villaverde).

Su construcción se inició en 1967 y las primeras viviendas se entregaron en 1969. Los pisos, de entre 60 y 70 m2,  tenían tres dormitorios, salón, baño, cocina y un balcón de unos 6 m2. Se vendían en torno a 475.000 ptas (2.860 €), en un periodo en el que el salario mínimo interprofesional mensual para mayores de 18 años no alcanzaba apenas las 3.300 ptas (20 €). Una familia obrera con un solo sueldo, dedicando la mitad de sus ingresos al pago de las mensualidades de un piso de «Gran Hábitat», después de entregadas las 75.000 ptas de entrada, podría estar pagando alrededor de 25 años.

Esta promoción ejecutada en Vallecas fue más o menos contemporánea con otras de idéntica denominación, que la misma empresa, Promotora Inmobiliaria Hispano Alemana S.A. (IHASA), realizó en la calle Arturo Soria, donde levantó cinco torres exentas de 16 alturas cada una, en una zona muy próxima al Pinar de Chamartín, en el distrito de Hortaleza. También realizó en el mismo periodo otra urbanización en Alicante. Las promociones, mucho más cuidadas que la de Vallecas,  se llamaron respectivamente «Gran Hábitat Pinar de Chamartín» y «Gran Hábitat Alicante». La publicidad y venta corrió a cargo de la firma Publicidad y Venta de Pisos, más tarde EZG Exclusivas Inmobiliarias, con oficina en la calle Zurbano 76 5ª planta de Madrid.

Gran Hábitat de Vallecas, un gran fiasco

El «Gran Hábitat de Vallecas», en 1974, cinco años después de la entrega de las primeras viviendas, fue objeto de un minucioso examen por parte de los arquitectos Eduardo Leira y Luis Mapelli, cuyo resultado, avalado por el Colegio de Arquitectos de Madrid, puso de relieve las graves deficiencias técnicas de las edificaciones así como el incumplimiento reiterado de las normativas urbanísticas municipales.

Además, las condiciones en que fueron entregadas las casas no se ajustaban a lo pactado en los contratos, ni en la documentación aportada, ni en la información publicitada en la prensa, por lo que a las faltas mencionadas se añadía el incumplimiento contractual con los compradores.

Se decía en la publicidad que «Gran Hábitat de Vallecas» contaría con piscina y parque infantil. También se construirían cuarenta y ocho plazas de aparcamiento en el interior del recinto acotado por los bloques. Hay que tener en cuenta que en 1968 todavía no era tan normal como ahora tener coche. El precio de un automóvil todavía era bastante elevado para buena parte de la clase obrera. Por ejemplo un SEAT 850 básico costaba unas 80.000 pesetas (480 €), algo así como dos años de salario. En ese sentido, con el paso del tiempo los coches se hicieron cada vez más asequibles -grandes objetos de consumo- y, por el contrario, las casas cada vez más inaccesibles, como si estas , paradójicamente, fuesen un bien suntuario  y no al revés,.

Calle Puerto de las Pilas-Google Maps 2013
«Gran Hábitat» de Vallecas en la actualidad, ©Google 2013.

Todavía en 1975 el prometido aparcamiento continuaba siendo un polvoriento patio sin acondicionar que cuando llovía se convertía en un desagradable barrizal.

A parte de este desafortunado olvido por parte de la empresa promotora, nada cumplidora, el informe técnico de los arquitectos descubrió numerosas goteras en el interior de muchas viviendas que se producian desde las cubiertas, ya en mal estado al poco de que terminarsen los edificios. Al parecer, debajo de los tejados, en las cámaras de aire, se depositaron escombros que ahí hubieran quedado ocultos a no ser por la inspección.

Los muros de fachada se construyeron de medio pie, es decir con el canto más ancho de los ladrillos hacia el exterior, ahorrando material y además no se realizó cámara de aire alguna, con lo que el aislamiento resultaba mínimo. A los propietarios que advirtieron este detalle a tiempo la empresa satisfizo su demanda construyendo la cámara de aire a costa de perder metros cuadrados.

La mampostería de los balcones estaba suelta y desprendida. Los desagües carecían de la caida suficiente, por lo que el agua acababa por estancarse, estropeando las instalciones y envejeciéndolas prematuramente. En los bajos, el solado se hizo directamente sobre la tierra, así que la humedad no tardó en manifestarse. El resultado fue que en las plantas bajas así como en la totalidad de los portales, el suelo se levantaba y quedaba suelto, lo que en ocasiones impedía la apertura y cierre de las puertas.

El hueco de las escaleras se hizo de setenta centímetros en lugar de un metro, lo establecido por la normativa vigente en aquel momento y los descansillos se hicieron muy pequeños, casi inexistentes.

Por otra parte, la media de tamaño de las habitaciones, de nueve metros cuadrados y 22 metros cúbicos, tampoco se ajustaba a la norma.

En cuanto a los compromisos de la promotora respecto a calefacción, agua caliente y antenas de televisión, tampoco se respetó ninguno de ellos.

Otras deficiencias que encontraron los arquitectos en su examen fueron la falta de ventilación del cuarto de basuras y a la inadecuada protección de los cuadros eléctricos.

Entre las más graves estaba un hormigonado defectuoso y que las cabezas de compresión de las vigas era insuficiente; la prematura oxidación de la viguería metálica por la falta de protección de las humedades.  La aparición de numerosas grietas de varios centímetros que dejaba al descubierto la estructura metálica y, por tanto, sometida a oxidación, fue pronosticada por los técnicos como el paso inmediato a una inminente ruina en un plazo no muy largo.

Referencias.-

Carandell, Luis
Como engañar al comprador de un piso
Silla de Pista
Revista Triunfo nº 626 (28/09/1974,  pág. 12)

Bergera Serrano, Iñaki
Obra Sindical del Hogar: tres décadas de vivienda oficial
La Vivienda protegida. Historia de una necesidad
Carlos Sambricio, editor
Madrid, 2009