
Génesis de un proyecto inacabado
Los antecedentes
Ya desde mediados del siglo XIX algunos políticos, pensadores y urbanistas como Fernández de los Ríos, Jovellanos o Mariano Albo reclamaron para Madrid su expansión mucho más allá de los márgenes de la antigua cerca de Felipe IV , derribada en 1868. A decir de éstos, el necesario ensanche, al aumentar el número de viviendas y habitaciones haría bajar el precio de las casas y posadas del centro de la ciudad. Y es que el problema de la falta de suelo para construir, y la cada vez mayor demanda de alojamientos estaba propiciando la especulación y el abuso por parte de los propietarios.
A pesar del derribo de la cerca, que encorsetaba el casco urbano de Madrid, el Plan Castro, aprobado en 1860, no pudo evitar la anarquía en la expansión de la ciudad, que crecía sin apenas control municipal. Además, las ideas higienistas y racionalistas originales que contemplaban un crecimiento ordenado, regulando las alturas de las construcciones y planificando áreas de esparcimiento, chocaron con la reticencia de los habitantes del nuevo Madrid de separarse del centro. La vieja ciudad seguía ejerciendo su fuerza centrípeta.


«Villa Sotera», casa situada en la calle Vizconde de los asilos, 5 (manzana 89). La foto antigua es de 1918 y la actual de 2008.

Vivienda en la calle del General Aranaz. Un ejemplo de recuperación de un «hotel» de lujo (2008). (FOTO: Enrique Fidel)
Con el fin de hacer más atractiva el área destinada al ensanche, en 1864, Cánovas del Castillo eliminó los argumentos reguladores restrictivos del Plan Castro y dejo el proyecto huérfano y sin guía que lo dirigiese. El ensanche se convirtió en un espacio predominante de clase media, debido a la reticencia de la burguesía a abandonar el centro, caracterizado por cierta anarquía constructiva y dotado de abigarradas viviendas de escasa categoría y peores materiales.
Por su parte el extrarradio también crecía sin orden ni concierto. A los suburbios “históricos”, como Prosperidad, Cuatro Caminos o la Guindalera, en donde el ambiente semirrural y la vivienda autoconstruida eran la tónica dominante, se les modificó la calificación del suelo, convirtiéndose de zonas rurales agrícolas en zonas urbanas, dispuestas para parcelar y vender sus terrenos. De ahí surgió, con posterioridad, la necesidad de conectar esta periferia, cada vez más habitada, con el centro, por medio de medios de transporte. Este argumento, esgrimido por Fernández de los Ríos, serviría, a su vez, como un reclamo para estimular la construcción de casas económicas en estos lugares aprovechando el menor precio del suelo, situación que aprovecharía la clase trabajadora que llegaba del entorno rural, cuyas condiciones económicas le impedían vivir más proxima al centro urbano.

Modelos de casas para obreros, 1908.

Estas casas para obreros en Ciudad Lineal, aunque se encuadran en las tipologías habituales de estas viviendas, parece ser que fueron construidas al margen de las parcelaciones de la C.M.U. (Calle Eusebio Martínez Barona, 2008).
Aunque la iniciativa privada, en forma de promotoras de carácter social de caridad como la Constructora Benéfica (1872), fundada por Concepción Arenal, o cooperativas como la Constructora Mutua (1881), fundada por Mariano Belmás realizaron algunas promociones en el extrarradio norte de Madrid, sin embargo, nada de ésto se llevó a cabo por la administración o con su ayuda; es más, los arrabales sí crecieron a su antojo, sin regulación alguna y de un modo desordenado, para descalabro de los encargados de organizar, en años posteriores, el caos generado por el crecimiento anárquico.
El Proyecto de arturo Soria
Esta fue la situación y las ideas que recogió Arturo Soria y que tres lustros después puso en práctica.
Para Soria, el precio del suelo y la escasez de viviendas para obreros, junto con la escasa higiene de éstas era, por tanto, el principal problema que aquejaba a Madrid en el aspecto urbanístico y social. Este asunto obligaba a plantearse todo lo relacionado a cómo organizar una ciudad que crecía en número de habitantes, que veía aumentar su industria y que andaba escasa en dotaciones residenciales.
En el debate de cómo reorganizar Madrid participaron teóricos, políticos y constructores, sin que se llegase a nada que clarificara el panorama.
Ante esta falta de soluciones, Soria piensa que es posible crear una nueva ciudad en la que los principios higienistas, la racionalidad arquitectónica y la economía sean la clave, evitando así costosas y complicadas reformas urbanas interiores. Su propuesta, que fue publicando a lo largo del último tercio del siglo XIX, intentaba corregir el gran problema de hacinamiento e insalubridad que castigaba al naciente proletariado madrileño. A las populares casas de corredor se sumaban los sotabancos, que eran habitaciones de tamaño ínfimo, mal ventiladas y sin iluminación natural, que se levantaban en los edificios del centro urbano, superando la altura permitida, por lo que se retranqueaban respecto de la fachada, de modo que oficialmente no existían. A pesar de las duras condiciones de habitabilidad, gran parte de los obreros prefería vivir en el centro urbano antes que en la periferia.

Calle Justo Martínez (2007)

Calle Hermanos de Pablo, 13. La casa pertenecía a la familia de Rafaela Rodríguez Guzón, casada con el alemán Wilhelm Damm. Sobrinos: Evaristo, Armando, Teresa y Mario Rodríguez Navarro. FOTO: Mario Rodríguez Caster ,1920. La encontramos en el Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid.

Casa tipo A (1905)

Casa tipo C (1905)
Contrario a la planificación ortogonal, Soria se proponía una ciudad lineal, en donde una calle principal –susceptible de extenderse sin límite, en función de las necesidades- sirviese de eje de comunicación y entorno a la cual unas pocas calles paralelas y otras perpendiculares enlazasen las viviendas con ésta. La ciudad lineal se situaría fuera del contorno urbano, donde el suelo era mucho más barato. Las viviendas serían unifamiliares, con su porción de jardín, y las tipologías dependerían del precio de las mismas. En las palabras de Soria, se trataba de “ruralizar la vida urbana y de urbanizar el campo”.
Su concepción era una alternativa a la inacción pública y daba cabida a todas las clases sociales. “Es menester –dice Soria en sus escritos- que cada familia tenga su hogar completamente separado de los demás; un pedazo de terreno, por pequeño que sea, exclusivamente suyo, su parte de sol y de aire. Vivan juntos el palacio del poderoso, adornado de magníficos jardines, y la cabaña del pobre, provista de modesta corraliza y ensalzada con útiles plantas y perfumadas flores; pero no vivan superpuestos. Ni sótano, ni buhardilla, ni aglomeración de miserias que en las modernas construcciones benéficas se juntan y procrean nuevas miserias.”

Proyecto de casa de lujo, (1902).

Modelo de casa de lujo (1902).
Mariano Belmás Estrada (Madrid, 1850-1916)
Belmás se mantuvo desde un principio muy próximo al ideario de Arturo Soria. Coincidía también en el criterio de que el obrero debería tener acceso a una vivienda unifamiliar e higiénica, y prefería el barrio en el que cohabitarán diferentes clases sociales frente a la estratificación zonal. Por este motivo, se convirtió en socio fundador de la Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.) y profundizó en el estudio de tipologías y métodos de construcción económicos con el fin de abaratar los costes de la vivienda, los cuales aplicaría en la Ciudad Lineal, convirtiéndose en el arquitecto más importante del proyecto. Más adelante, debido a una disparidad de pareceres con Soria, Belmás dejó la C.M.U, aunque ocasionalmente participó en algún proyecto.
“Mariano Belmás, estudioso de las tipologías arquitectónicas, se preocupaba de distribuir las viviendas de tal forma que, a pesar de trabajar con superficies mínimas, todas las habitaciones tuvieran luz directa y ventilación. A tal fin, en planta baja situaba cocina y comedor y en planta alta los dormitorios, guardando total independencia; al conjunto le añadía un patio pequeño ajardinado, junto a la planta inferior.
Realiza tres tipos de casas iguales en las que sólo variaba el número de habitaciones. En la planta baja situaba una sala de 12 m2 y 3 m de altura libre, con cocina y un patio de 8,50 m2 con retrete y un pequeño trastero. Y en el primer piso los dormitorios y un ropero. Si la vivienda unifamiliar requería mayor abaratamiento, las adosaba, reduciendo fachadas, reduciendo patio y disminuyendo su superficie…” (Miguel Angel Maure Rubio, pág. 51)

Dos imágenes de «Villa Fleta», que perteneció al tenor aragonés Miguel Fleta. La primera es de 1926, y la de abajo tomada en 1985, ya en estado de abandono y poco antes de que fuese demolida para construir apartamentos de lujo.
La Ciudad Lineal
La idea de la Ciudad Lineal surge en 1882. Para que el proyecto de Soria saliera adelante, lo primero que debía hacer era encontrar suelo barato donde construir. El único lugar posible era hacia la periferia Norte, donde además se encontraba la mayor parte de los suburbios obreros. A mayor distancia del centro de Madrid, menor era el valor de los terrenos. Sin embargo, tampoco resultaba sencillo, ya que muchos terrenos estaban en manos de especuladores que retenían el suelo aguardando la lógica del crecimiento urbano hacia el norte y la consiguiente revalorización del suelo. En este sentido reflexionaba Soria: “Todos los solares de los alrededores de Madrid están comprados con una finalidad agiotista. Nadie piensa construir, sino en que suban de precio para revender, en anticiparse a las necesidades de la población para explotarla cuando carezca de viviendas…” (Arturo Soria, 1883)


Vivienda de clase media en la calle Prensa nº 3. Se aprecia en la foto el absoluto estado de abandono del edificio (2008). (FOTO: Enrique Fidel)


«Hotel Rubín», residencia de la familia Soria, en 1908.
«Hotel Rubín» en la actualidad. La vivienda de Arturo Soria y familia se encontraba en la Manzana 90 y constaba de tres viviendas repartidas en tres plantas con similar distribución. El acceso era independiente por escaleras exteriores laterales. Sólo la planta baja tenía acceso por el frente central del edificio. En el presente se encuentra numerada con el 124 de la calle de Arturo Soria y es utilizada como Residencia de Menores «Manzanares», dependiente de la Comunidad de Madrid. (Foto: Enrique Fidel, 2008)
A raiz de esta dificultad, Soria se plantea “saltar por encima de toda esa charca de codicias y edificar más allá...” De este modo, la solución al problema de la urbanización de la ciudad de Soria se encontraría en la creación de un sistema de transporte capaz de hacer efectiva la movilidad de personas y mercancías desde la nueva ciudad del extrarradio al centro urbano.
La construcción de un tren-tranvía de circunvalación que rodease el perímetro de Madrid, junto con la urbanización de los aledaños por donde discurriese la vía, a ambos lados, así como la industrialización, colonización agrícola y repoblación, constituían de modo resumido la idea global de Arturo Soria para su ciudad.
Arturo Soria y Mata y familia, en su residencia de la Ciudad Lineal. La foto es de 1908 y pertenece al archivo familiar de Emilio Keller Soria. Está publicada en el Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid.
Arturo Soria con sus nietos en el hotel Rubín, probablemente en la parte trasera. La fotografía se tomó en 1912 y es propiedad de Emilio Keller Soria. Se encuentra publicada en el Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid.
Pretendía, Soria, con su proyecto residencial crear una alternativa planificada al desorden generado por la implantación espontánea de barriadas caóticas a lo largo de las líneas de tranvías, que crecían sin ningún tipo de infraestructuras, reproduciendo las condiciones de insalubridad y falta de higiene.
Por otra parte, Soria no participaba de la idea extendida en la época de que la alternativa a las viviendas antihigiénicas del centro de la ciudad en las que habitaban los obreros, y la denigrante división social horizontal en los edificios, se resolvía con la construcción de barrios exclusivamente para obreros, en los que éstos vivirían más integrados por ser todos de la misma condición. Insiste Soria en la idea de que pobres y ricos han de estar juntos, si bien no atados a una misma escalera y superpuestos en razón de su riqueza. “No se quitarán –dice Soria- unos a otros, como en las grandes ciudades, laluz, el sol y el aire, y por consiguiente la salud y la vida.”
Curiosamente, en los años cuarenta, se reavivó esta misma polémica, si bien desde una diferente perspectiva. La idea de no segregar a la población obrera de los ricos en distintas barriadas, fue defendida por Pedro Muguruza, responsable de la Dirección General de Arquitectura y Director de los Servicios Técnicos de Falange. Finalmente, la solución al debate se la dió la aprobación de la Ley de Ordenación Urbana de Madrid, el conocido Plan Bidagor (1941_1946), cuyas líneas generales seguían, al menos en teoría, la idea de superación clasista del decálogo falangista. En la práctica y paradójicamente, el diseño propuesto desarrolló las ideas expuestas en el Plan Zuazo-Jansen de 1929-30 (justo antes de la Segunda República), que disgregaba el Ensanche burgués del extrarradio obrero a través de anillos verdes de separación. (Sobre este asunto ver López Díaz, Jesus: La vivienda social en Madrid, 1939-1959.)
El ferrocarril y la C.M.U.
El proyecto de ferrocarril de circunvalación diseñado por Soria fue presentado al Ministerio de Fomento en febrero de 1892 y aceptado el 6 de agosto del mismo año.
El ferrocarril partía de un kiosko situado en el Salón del Prado, cerca del Jardín Botánico, accedía por un túnel de 1.500 metros bajo el Parque de El Retiro a los ramales de Canillas, Hortaleza y Fuencarral; y de Vicálvaro, Vallecas, Villaverde, Carabanchel y Pozuelo. Quedaba pendiente el proyecto de unión entre Fuencarral y Pozuelo, que cerraba el anillo de circunvalación.
Para hacer efectiva la realización del proyecto era necesario acudir a una empresa que lo ejecutase; o bien, crearla. Así nació, en 1894, la Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.), en la que Soria aunaba las funciones de urbanista autor de la idea, con las de empresario ejecutor de la misma. Esto nos lleva a entender la difícil situación que esta dicotomía generaba, pués sabida es la obsesión de los empresarios de la construcción por salvar las limitaciones de la planificación urbanística en aras de un mayor beneficio empresarial.
La C.M.U. se constituyó el 3 de marzo de 1894, como compañía anónima por acciones, formada por Arturo Soria y Mata (accionista mayoritario y presidente), Eduardo de Santa Ana y Camaleño, Mariano Belmás y Estrada, Manuel Meneses y Miguel, y Felipe López Valdemoro y Aranda. Entre sus principales objetivos estaba la compra-venta de terrenos y fincas; la construcción, venta y arrendamiento de edificios; abastecimiento de aguas, su conducción y distribución; compra-venta de material fijo y móvil de ferrocarriles; establecimiento y explotación de ciudades lineales que favorezcan el desarrollo de la urbanización en los terrenos de la compañía; y explotar el ferrocarril de circunvalación.
Dos imágenes del Centro de Diversiones de la Ciudad Lineal situada en la manzana 89. El edificio más importante fue el teatro que se comenzó a construir en 1904 en un del arquitecto Ricardo Marcos Bausá. Su inauguración fue en el verano de 1906. Tenía una capacidad para 2.500 personas y su decoración interior y exterior era de estilo Modernista.
Desarrollo del Proyecto
Con los trabajos de explanación de la calle central y la plantación del arbolado, se concretaba la primera parte del proyecto que comprendía un tramo de aproximadamente 5 Km. entre la carretera de Aragón y el Pinar de Chamartín, al este de la ciudad, en una divisoria de cuencas elevada y bien ventilada. El ferrocarril previsto quedó reducido a un tranvía, inicialmente de tracción animal y luego de vapor. «Con la inauguración de la línea del tranvía de la C.M.U. entre Chamartín y Cuatro Caminos se consiguía enlazar la ciudad lineal con Madrid. De nuevo, en 1899 otra línea de tranvía conectaba por el este la ciudad lineal con Ventas y, por último, en 1904 se completaba el tendido del tranvía de la C.M.U. entre un extremo y otro, consiguiendo reducir a una hora el tiempo que se tardaba en salvar la distancia que había entre Ventas y Chamartín. En 1909 se electrificó el conjunto de la línea» .
«En 1911 la Ciudad Lineal contaba con una población de 4.000 habitantes distribuidos en cerca de 700 viviendas, y funcionaban con normalidad un teatro, un velódromo y un frontón. Sin embargo, después de la muerte de Arturo Soria y Mata en 1920, la C.M.U. entró en un periodo de progresiva decadencia económica que dio lugar a la alteración y banalización de la idea original» (Enciclopedia Madrid histórico).
Hotel llamado «Villa Concha», en la manzana 98 de Ciudad Jardín.

Calle de Arturo Soria, 1960.
Referencias.-
Maure Rubio, Miguel Angel
La Ciudad Lineal de Arturo Soria
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Madrid, 1991 ISBN 84-7740-048-2
Soria y Mata, Arturo
Tratados de urbanismo y sociedad
Clan Libros
Madrid, 2004
López Díaz, Jesús
La vivienda social en Madrid, 1939-1959. 
UNED, Espacio, tiempo y forma, 2002.
Archivo Fotográfico de la Comunidad de Madrid.
Enciclopedia Madrid Histórico
Historias Matritenses
Blog con extensa información sobre la Ciudad Lineal