Casa Gregorio Crespo en 1863, especializada en productos de cañamo, cañizo, fibras vegetales y aperos de madera. Este negocio todavía sigue funcionando en el barrio de Malasaña, dedicado a la fabricación y venta de alpargatas.
La memoria del pasado más reciente nos la ofrece de modo misterioso la fotografía. Desde su invención es la «memoria fértil», perenne, que nos permite ser testigos de cómo fue nuestro ayer con la simple visión de la imagen antigua vista desde la distancia temporal, sin pre-conceptos. Más allá de las evocaciones literarias, imprescindibles y necesarias, la foto es única. Nos muestra todo, con «pelos y señales«, sin afeites, aún habiéndolos en el momento de la instantanea. Y, a partir de ahí, que vuele la imaginación. Y que invente. Y que desvirtúe la realidad, también. En eso consiste la literatura. De Pedro de Répide, Cronista de la ciudad de Madrid, erudito, literato maldito y bohemio en los años veinte del siglo XX, se dice que inventó mucho en su crónica. Junto con Mesonero Romanos, sus historias son consideradas referente historiográfico de la ciudad. Sin embargo, parece que elucubró, dió por hecho sin mucho fundamento, fantaseó o, simplenmente, inventó . Grandes narradores de la intrahistoria local.
Lo que sigue es una selección de fotos de comercios típicos del Madrid de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Son fotos en las que los protagonistas, son las tiendas y los tenderos, (ya no hay tenderos) que se exponen delante de su comercio, como parte del «género» que venden. Ellos son parte del todo que es la tienda. La tienda, el todo, y su su contenido, la parte. La parte que se vende y la parte que vende: «el género» y «el tendero».
Frutería y Huevería. Calle Carranza, 15 (1900)
La primera foto es de una frutería-huevería. Sigue habiéndolas. Yo que vivo en el barrio de La Prosperidad conozco alguna -comercio tradicional- que aún se denomina así: vende fruta y huevos. Son negocios que pasaron de padres a hijos. Algunos hijos que entendieron que debían continuar con en negocio, sin más dudas. Fruta y huevos, en 2008 del siglo XXI.
Las imprentas, por ejemplo, apenas existen ya como negocio exclusivo. La mayor parte de las empresas familiares del sector se dedican a la burda y eficaz fotocopia y a la multicopia publicitaria. En algún lugar, sin duda, todavía ha de existir una imprenta dedicada en exclusiva a esta actividad casi artesana, que embriaga con su penetrante olor a tintas y con el monótono ruido de las máquinas. En 1980 había en Madrid más de cien establecimientos dedicados a todo tipo de actividades comerciales tradicionales.
Imprenta Ducazal en la Plaza de Isabel II, 6 (1900) y Almacén de semillas, calle Luchana, 37 (1910)
Acerca de las tiendas de semillas, he de confesar que, aún siendo mis orígenes más bien urbanos, cuando las descubrí en Madrid -ya las había visto en otras localidades más agrícolas- me sorprendí tanto que no era capaz de pasar delante de ella sin pararme ante su vitrina o de entrar sólo para mirar. Siempre me parecieron una especie de museo. Igual que las cordelerías y las alpargaterías. La alpargata era un calzado típico de la España pobre del siglo XX. Algunas fábricas levantinas -herederas de la tradición familiar- intentan año trás año promocionarla como calzado veraniego «typical spanish». Bueno es. En Madrid recuerdo que había un almacén de semillas en la calle de Atocha. No se si seguirá existiendo.
Las zapaterías, los talleres de zapatos, pasaron de ser locales en los que se confeccionaba el calzado a la medida para ser meros talleres de restauración, de arreglo: zapateros remendones. En la actualidad perviven los talleres de arreglos. Después de un periodo de grave crisis, pués nadie arregla, sino que tira y compra, parece que la recesión remonta y los zapateros renacen de sus cenizas. A pesar de ello, cada vez son menos los que se mantienen en el oficio.
Zapatería en la calle Cava Baja, 22 (1910) y Kiosko de bebidas a finales de la pimera década del siglo XX, ambos en Madrid.
El kiosko de bebidas me llama la atención. En otros lugares del orbe el kiosko sigue siendo algo cotidiano. En Madrid ahora, con tantos bares por metro cuadrado lo vemos como una curiosidad, pero debió de ser toda una institución. También imprescindible.
En cuanto a la farmacia que se recoge en la fotografía, llama poderósamente la atención, no sólo la ubicación del local, en la calle de Serrano, importantísima en 1905, sino la indumentaria de los que posan en la foto. Podrían ser los empleados y propietario. Y los hijos del propietario, posiblemente. Tan bien vestidos. Es la calle de Serrano. Interesantísima foto.
Farmacia Manera. Calle Serrano, 44 (1905)
Interesante también el testimonio de la tienda de navajas, «vaciador Nicolás Gesse«, afiladores de estirpe. El comercio ha sobrevivido en Madrid hasta el siglo XXI. En este momento no se si todavía sigue abierto el negocio Viuda y nietos de Nicolás Gesse, en la calle Esparteros nº 6 de Madrid, pero su continuidad es de al menos de cien años.
Vaciador/ Afilador “Nicolás Gesse”. Calle Esparteros, 6 (1910)
Referencias._
Fotos de antiguos comercios de Madrid II
Galería de fotos antiguas de Madrid
Comercios tradicionales de MADRID
Memoria visual de Madrid
Ediciones La Librería
Madrid, 2007