Derrumbe en Tetuán (Madrid)

Hace algo más de cuatro años, en octubre de 2003, un viejo edificio que hacía esquina con el número 283 de la calle Bravo Murillo y la calle Marqués de Viana, en Tetuán , se desplomó. Tenía el número 285 de la calle. Cayó una parte sólo, de madrugada, justo después de que los pocos inquilinos que la habitaban salieran a la calle. La casa, de más de ochenta años, llevaba tiempo quejumbrosa por la falta de atención y cuidado. Un mal curado catarro, producto de las humedades del otoño, acabó con sus fuerzas y no aguantó más con el peso del tiempo, ni con el de sus carcomidas vigas de madera. Tampoco con el de sus paredes y traviesas de ladrillo deshecho y cal reblandecida por tanta agua caida en esos días.
De lo que quedó en pie, dieron cuenta las autoridades al día siguiente mediante la demolición inmediata.
El edificio colindante se apuntaló y hoy le espera la misma suerte: sumirse en una montaña de escombros para dar paso a una nueva construcción, cuando los poderes municipales así lo decreten. Es el destino del humilde y depauperado barrio de las «Victorias».

Edificio de la calle de Bravo Murillo 283, medianero con el que se derrumbó en 2003. En la foto puede verse el rastro dejado por el edificio desaparecido y el posterior apuntalamiento. Actualmente ( 2008 ) el edificio continua habitado, por lo que no se puede demoler.

Este de aquí, también en la calle Bravo Murillo número 291, muestra su descarnada fachada, mientras los despreocupados viandantes pasan inadvertidos ante su presencia de moribundo edificio, ya sin futuro alguno. ( 2008 )

En esta otra foto, de mediados de los ochenta, vemos el tramo de la calle Bravo murillo esquinero con Marqués de Viana. Apreciamos que el edificio correspondiente al número 291, el ahora deshauciado edificio de rojo ladrillo, ya sufría de un franco deterioro. El de al lado, el numero 289, tampoco lucía esplendoroso. Fue precisamente este último, el primero en desaparecer, casi contemporáneamente con el derribado por derrumbe, el el número 285, anejo al que ya hemos visto más arriba, el 283, a la espera de la piqueta.


Las dos fotos verticales corresponden al número 285, la casa que se desplomó. Se observa en la foto de abajo que aún había un edificio más, el número 287, que hacía esquina con la calle Marqués de Viana. Antes de que se produjese el derrumbe el solar ya estaba libre y se utilizó para ampliar la acera y alinear la calle.

Las fotos horizontales se corresponden con el número 289 de Bravo Murillo, que hacía esquina con Marqués de Viana en la acera de los pares, el cual, como se ha dicho, también fue derribado y el solar se utilizó para alinear la calle y ampliar la acera. (Fotos: 2001)

Calle Marqués de Viana con vuelta a Bravo Murillo, en la acera de los pares (Foto: 2007)

Llegan los vencejos

Como todos los años a finales del mes de Abril, aunque cada vez antes, aparecen los pardos vencejos en el cielo de Madrid. Vienen del sur de África. Hoy los he visto y oido por primera vez en este año. Eso quiere decir, en la lógica -o mejor, en el instinto- vencejil que se aproximan los calores y que hay comida a la vista, es decir insectos voladores. Por eso hacen tan largo viaje.
Las colonias de vencejos comunes invaden la ciudad y sus ruidosos chillidos nos avisan de su presencia al atardecer, cuando el sol comienza a retirarse. Anidan en los agujeros de los edificios, que son como roquedos artificiales, su hábitat ideal.
Todos los años, cuando su algarabía delata su llegada, me acuerdo de las primeras veces que me percaté de que existían, hace mucho tiempo. Entonces, afloran recuerdos de la época, con sus olores primaverales, cargados de gratas sensaciones de la infancia. Por eso, cada vez que llegan los vencejos, me invade la nostalgia y una extraña sensación de pena me encoge el corazón, pensando que el tiempo va pasando y que todo sigue igual.  Todo, menos yo.

Desindustrialización y transformación urbana en Madrid

Distrito de Arganzuela, un caso paradigmático

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Empresa AGISA (ALMACENES GENERALES INTERNACIONALES, S.A, en la calle Méndez Álvaro. En noviembre de 2013 se inició su derribo (FOTO: Enrique F. Rojo, 2008)

El proceso de desindustrialización del interior de las ciudades es un fenómeno que se generaliza a partir de la segunda mitad del siglo XX en la mayor parte de las grandes urbes del mundo. Su característica más importante es el cese de la actividad industrial y su abandono gradual y centrífugo, del centro hacia afuera, de la ciudad. El vacío que queda es utilizado para reorganizar el espacio urbano, creando principalmente nuevas zonas residenciales y generando un acusado cambio funcional. Es obvio que este traslado de la industria a la periferia, liberando suelo urbano, favorece las operaciones especulativas en las que colaboran mano a mano las administraciones locales, las promotoras, las constructoras inmobiliarias y, en ocasiones, los propietarios del suelo liberado al operar éstos con autonomía por el tipo de ejecución establecido en los Planes Urbanísticos. El cambio de uso del suelo, de industrial a residencial, genera grandísimas expectativas. Especialmente cuando se trata de un suelo que con el tiempo ha quedado situado en pleno centro urbano y se presta a golosas maniobras lucrativas. La revalorización y los grandes beneficios que de su explotación se derivan, hace que la mayor parte de las veces prime más una planificación condicionada por el factor rendimiento económico que la realizada por planes inteligentes y pensados con vistas a la futura población y a los servicios que ésta pueda demandar, estableciendo redes eficientes.

Calle Alberche_Calle Leganes_AGISA  (2008)Distrito de Arganzuela, en Madrid. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

Transformación de la ciudad

El vaciado industrial y la renovación del uso de estos espacios urbanos está generando una transformación física de la ciudad que también afecta a las relaciones sociales, al trasladar masivamente nuevas poblaciones a zonas en las que la estructura existente disponía de su sistema relacional particular, creándose una degeneración productiva y social de la zona. La tendencia más generalizada en el caso de Madrid ha sido la expulsión de la industria del interior de la ciudad hacia la periferia y el extrarradio en áreas diseñadas exclusivamente para desarrollar la actividad fabril o industrial –polígonos industriales-, al tiempo que se dificultaba la permanencia de aquellas industrias que por sus características podían encajar bien en zonas con preeminencia de usos distintos al estríctamente industrial. El rechazo ha sido tal, que lo normal ha sido no respetar las construcciones industriales más emblemáticas, aún a pesar de ser edificios singulares arquitectónicamente o con un carácter histórico de gran valor. El derribo ha supuesto, salvo honrosas excepciones, la norma y la garantía de liberar suelo, siendo la decisión más rentable económicamente. Pués ya se sabe que recuperar viejos edificios implica a las administraciones y las obliga a realizar un desembolso importante y a adaptar en ellos centros dotacionales que, normalmente, no están incluidas en sus planes de gestión, aún siendo necesarias. La transformación urbana supone globalmente un cambio estructural, funcional y social de su trama. Funcionalmente, la sustitución de la función fabril e industrial se ha visto alterada por el cambio a una función residencial y de servicios. Estructuralmente el cambio se produce al modificarse el tejido de relaciones internas de la ciudad que permiten su funcionamiento de una forma dada. Y socialmente, la desaparición de ciertos grupos sociales, o su realojo en otras zonas, y la llegada masiva de nueva población con características socioeconómicas muy diferentes dibuja un nuevo rostro a la zona y la moldea de acuerdo a unos planes concretos.

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Calle Méndez Álvaro, en el distrito de Arganzuela. Junto a éste lugar se encontraba la fábrica Construcciones Metálicas Jareño, demolida en los 90. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

Arganzuela, paradigma madrileño

En Madrid el ejemplo más paradigmático es el del distrito de Arganzuela, en la zona Sur, que poseía gran número de industrias, muchas de ellas de finales del siglo XIX, y la edad media de la mayoría era de más de cincuenta años. En el Plan General de 1963 ya se proponía el cambio del uso industrial al residencial, lo que con el tiempo se ha traducido en el abandono paulatino de las industrias y su transformación en barrios residenciales con un gran volumen de viviendas y una alta densidad. El uso intensivo del suelo en forma viviendas ha llevado también a una terciarización de estas áreas, debido a la necesidad de cubrir la demanda de servicios de todo tipo que reclaman los barrios muy densificados. El distrito de Arganzuela ha experimentado, por tanto, una de las mayores transformaciones entre 1979 y 1999, desde la reordenación de la glorieta de Atocha hasta los nuevos espacios verdes y residenciales ligados al Pasillo Verde Ferroviario –con la cesión de suelo de RENFE– y a la reconversión de los viejos espacios industriales de Méndez Álvaro y Legazpi. Las pocas industrias que sobreviven abandonan ya sin remisión el barrio. En Méndez Álvaro, eje básico para comprender el fenómeno, se están derribando los últimos edificios industriales que se encontraban ya abandonados, como Construciones Metálicas Jareño, Flex S.A., Galvanizados Torres, etcétera. Entre los que aún permanecen se encuentra AGISA.

En el Plan General de 1997, que ampliaba la actuación del anterior Plan, siguiendo su línea filosófica, se generalizaron las actuaciones de cambio de uso, con la construcción de miles de viviendas, la Estación Sur de Autobuses y un gran Centro Comercial en la calle Acanto, en el Cerro de la Plata. Tambíen, a lo largo de los años ochenta y noventa, se transformó el área del antiguo Gasómetro, derribado en los sesenta y cuya parcela continuaba vacía, y el de la empresa CASA, en cuyos solares se modificó el tipo de uso de industrial a residencial y se ha construido un elevado número de viviendas.

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SGI (Unión Fenosa)-Talleres. Antigua Sociedad Gasificadora Industrial, creada en 1903, en el «Cerro de la Plata». Actualmente es usada como Laboratorio de Unión-Fenosa. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

Antigua Fábrica de Cervezas El Águila, hoy Biblioteca Joaquín Leguina.

El Pasillo Verde Ferroviario

El Pasillo Verde Ferroviario se sitúa entre el Manzanares y la M-30 sur y este. Comprende la línea de cercanías de RENFE, la estación de Príncipe Pío, el Paseo de la Virgen del Puerto, las rondas de Segovia, Toledo, Valencia y Atocha y la calle Méndez Alvaro. Sus ejes se sitúan en las calles Ferrocarril, Doctor Vallejo Nájera y los paseos Imperial y de la Florida. Se trata, por sus características y extensión, de la mayor operación urbanística realizada durante la segunda mitad del siglo XX en el Ensanche Sur de Madrid. Propone la recuperación del sector sur del Ensanche, incluyendo el Parque Tierno Galván, fuertemente afectado por el trazado del ferrocarril de contorno, que unía las estaciones de Príncipe Pío, Imperial, Peñuelas, Delicias y Atocha. Sus objetivos son: propiciar la accesibilidad al centro, enterrar las vías a su paso por el distrito de Arganzuela creando un paseo urbano arbolado en superficie y liberar terrenos de uso ferroviario para su recalificación como zonas verdes, equipamiento, terciarios y residencial, equilibrando económicamente la operación.

Hasta los años cuarenta del siglo XX el distrito de Arganzuela, delimitado por las grandes vías que se dirigían al río Manzanares y al arroyo Abroñigal: calle Toledo, Paseo de las Acacias, calle Santa María de la Cabeza, calle de Embajadores y calle Méndez Álvaro, concentró la mayor parte de la industria madrileña. Mucha de esta actividad industrial era originaria de principios del siglo y era por lo general, sucia y aparatosa. La cercanía del ferrocarril, con su cabecera en la estación de Atocha (1860 ) y con las ramificaciones de Príncipe Pío (1860 ) y Delicias (1878 ) y con posterioridad reforzadas con la Estación Imperial (1881 ), especializada en mercancías y la estación de Peñuelas (1909 ), condicionaría la especialización industrial de la zona y propició el establecimiento de fábricas, talleres y almacenes que ocuparon amplias superficies de suelo. (VER más:Foro skyscrapercity)

barrio-de-penuelasFoto del Barrio de Peñuelas, a principios del siglo XX. El principal núcleo poblacional de Arganzuela a principios de este siglo fueron las manzanas surgidas entre la calle Embajadores y el paseo de la Esperanza, en torno a la calle Peñuelas, que daría nombre al barrio y donde ya en 1868 el ayuntamiento había planeado la construcción de casas baratas para los obreros. Hasta entonces, convivían las barracas con las fábricas y los terrenos agrícolas.

En  1908 se construyó la estación de Peñuelas en los terrenos que se habían pensado destinar a mercado de la ciudad.  Ya en los años veinte, se planificaría de manera oficial la organización de la zona oeste del distrito de Arganzuela, desde el paseo de Delicias, como zona exclusivamente de uso industrial, lo que ya se venía produciendo desde varías décadas atrás de manera espontánea. Años después el Ayuntamiento de Madrid planteó la creación de un gran parque lineal en las márgenes del río Manzanares y, a ambos lados, vías para el tráfico pesado que condujeran a las fábricas.

Mientras tanto, el barrio de Peñuelas permaneció en un semiabandono por parte del ayuntamiento, que se limitó a renovar el firme de algunas calles, por lo que llegaría a los años treinta manteniendo su carácter suburbial. Entonces, gracias a la oposición socialista en el Ayuntamiento, hubo algunas mejoras, pero tras la guerra civil, el barrio volvió a caer en el olvido hasta que en los años sesenta se inicia de manera lenta la desindustrialización de la zona, debido a la instalación de las industrias en zonas más alejadas del centro. Se potencia entonces el barrio como zona residencial por sus buenas comunicaciones con el centro, con lo que durante las siguientes décadas conviven en la zona las antiguas casas de una sóla altura con otras construcciones más modernas y con las fábricas y almacenes que se van abandonando. Ya en los años ochenta, con el soterramiento de las vías del tren, el cierre casi definitivo de las industrias y la desaparición de la estación de Peñuelas, en cuyo lugar se construye un aparcamiento subterráneo y sobre él un parque, el barrio adquiere su definitivo carácter residencial. (VER Wikipedia)

Entre las industrias más importantes de esta zona destacan la fábrica de cerveza El Águila, según el proyecto del arquitecto Eugenio Jiménez Corera y ampliado más tarde por Luis Sainz de los Terreros, establecida en 1914, en las proximidades de la estación de las Delicias, la cual fue recuperada como Centro de Cultura en 1994 por la Comunidad de Madrid. En una intervención anterior, en la zona conocida como el “Cerro de la Plata”, aneja a la Estación de Delicias, el desalojo de industrias incluyó la creación por el Ayuntamiento en 1986 de un parque y un Planetario, un Auditorium al aire libre y un cine, junto a lo que se mantuvo de las instalaciones de la Sociedad de Gasificación Industrial (SGI), ahora Unión Fenosa, de 1903. Junto a la fábrica de El Águila y al compás del auge de la electricidad se estableció una de las más notables empresas madrileñas del sector eléctrico como fue Standard Eléctrica, S.A.

Edificio de Talleres y Viviendas en la calle Alberche a la espera de su demolición, si bien en el momento de tomar la foto el edificio todavía estaba habitado (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008) .

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Solar y edificio en la calle Alamedilla. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

El proceso de vaciado industrial de Madrid

Puede decirse que desde los años setenta del siglo XX la industria madrileña dispersa asentada en el centro urbano prácticamente había desaparecido, y la que se encontraba en áreas más amplias y más localizada, vivía un fuerte proceso de traslado a otras zonas del extrarradio urbano. A este proceso ayudó notablemente la crisis económica que en aquellos años se vivía en toda España. No todas las empresas se trasladaban. Muchas cerraban y desaparecían para siempre. Otras se reciclaban e introducían mejoras en los medios de producción para resultar más competitivas, permaneciendo en el lugar. Las más, se trasladaban, aprovechaban la coyuntura, se reconvertían y dejaban los edificios abandonados, dando a muchas zonas un aspecto ruinoso y fantasmal.

Las industrias localizadas en el centro de Madrid –Centro, Salamanca y Chamberí– son aquellas que formaban parte de su periodo menos evolucionado. Se trataba de actividades que requerían mucha mano de obra, si bien no contaban con grandes superficies de trabajo. Es el caso de las industria textiles y de las artes gráficas. A su vez, en una segunda zona –Retiro, Tetuán, Chamartín y Arganzuela– con la producción más concentrada, se localizaban las industrias que requerían de mayor tamaño: electricidad, química, madera y metalurgia. Entre 1950 y 1975 Madrid asiste a un crecimiento económico sin par.

En su trabajo Vaciado industrial y nuevo paisaje urbano de Madrid, Carlos Pardo Abad, divide en dos periodos el proceso. A) En un primer periodo, a partir de 1950, las oleadas de inmigración del campo a la ciudad, ofrecieron la mano de obra necesaria para soportar la demanda industrial, al tiempo que los propios obreros generaban demanda de productos e impulsaban el desarrollo industrial. Esto, unido al fuerte proceso de urbanización provocado por los flujos migratorios, dinamizó notablemente la economía de la capital. B) En una segunda etapa, la liberalización de la economía, producto del Plan de Estabilización de 1959, que reconocía el fracaso de la política de autarquía anterior, permitió la entrada de tecnología extanjera en España, posibilitando el crecimiento de sectores como el químico o el de transformaciones metálicas, en los que Madrid se había especializado, alcanzando mayor dinamismo en los distritos de Arganzuela y Chamartín.

Aceites Barón de Velasco, en el Cerro de la Plata, en la Calle de Luís Peidró. La foto debe de ser de los años setenta o algo posterior. A la derecha se puede ver la casa de corredor del barrio de Las Adelfas, la cual aún se encuentra en pie, aunque en un estado lamentable y con un futuro incierto.

Cerro de la Plata. En esta foto de 1995 se ve la calle Méndez Álvaro a la izquierda y el descampado donde se construiría la Estación de Autobuses. A la derecha de la vía del tren se adivinan la corrala de Las Adelfas y la fábrica de aceites de la foto de arriba. El proceso de vaciado industrial de la zona se encontraba ya muy avanzado en la fecha.

Laboratorios Farmacéuticos Schering en Méndez Álvaro, 55. La instalación fue objeto de abandono para posterior demolición y construcción de viviendas.

En la década de los setenta del siglo XX muchas medianas y pequeñas industrias asentadas en el Centro de Madrid, que se habían mantenido en sus localizaciones originarias, condicionadas por la crisis de 1975 y con las dificultades añadidas de la difícil operatividad en una ciudad cada vez más congestionada por el tráfico y con mayor densidad de población, acabaron por ceder al traslado, relocalizándose en polígonos específicamente creados para la actividad industrial en el extrarradio urbano.

Así, la ventaja que antiguamente suponía para la industria su cercanía a la ciudad con el tiempo se fue modificando, hasta el punto de producirse el efecto contrario. Como ya quedó dicho, el desplazamiento de la industria a la periferia urbana también ha estado vinculado a procesos especulativos y de revalorización del suelo liberado.

Según Carlos Pardo Abad, las causas que mueven al cese de actividad industrial, el posterior baldío y fanalmente al vaciado o demolición de las instalaciones, responden a motivaciones urbanísticas, económicas y/o especulaivas. Lo normal es que se den las tres a la vez. Es probable que las industrias que entran en crisis profunda abandonen la actividad o emigren a otras áreas, aprovechando para realizar los reajustes precisos. Pero también es un hecho probado que algunas “quiebras” han sido forzadas o falsas, escondiendo meras operaciones especulativas, como los casos de Isodel Sprecher (1977) o Zardoya-Otis (2002). Urbanísticamente, el hecho de homogeneizar el espacio, a través del “baldío industrial”, en zonas exclusivamente industriales o en otras en las que se mezclaban de forma anárquica industria y viviendas, como en el caso de la calle de Méndez Álvaro y calles aledañas (Calle Leganés, Alamedilla, Alberche, Alpedrete, etc.) ha supuesto un avance importante para la ciudad y una oportunidad de renovación urbana y de reordenación de usos, que ha sido vehementemente aprovechada e impulsada por el Ayuntamiento. No obstante, este paso hacia adelante también ha perseguido unos intereses eminentemente mercantilistas, en los que se han producido fenomenos denominados de gentrificación, a costa de la expulsión de determinados grupos sociales, ligados a las antiguas industrias y a las barriadas vinculadas a éstas, cuyos moradores de avanzada edad y bajo nivel adquisitivo y educativo (ancianos, niños, gitanos, inmigrantes irregulares y familias jóvenes sin otro cobijo y con muy bajos salarios) no se ajustaban a los requisitos de status de los nuevos barrios planificados.

Calle Alamedilla_13  (2008)

Calle Alamedilla y viviendas en espera de su derribo. La zona está detrás de los Almacenes AGISA que también serán demolidos. En esta zona convivieron durante muchos años, desde los años 50, industria y viviendas. A la derecha, edificio de nueva construcción destinado a viviendas de realojo. «El Ayuntamiento de Madrid quiere acabar con ese panorama. Una vez realoje por completo a los vecinos, se levantarán tres manzanas de bloques de ocho alturas, con 12.600 metros de zonas verdes. Otros 58.000 metros se dedicarán al uso terciario. Aunque todavía no se sabe cuánto queda para que ese plan sea una realidad» (Leer información de El País«. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

Es evidente que detrás de toda área industrial en declive la normativa municipal de urbanismo ha perseguido la reordenación del espacio urbano, pero también maximizar los beneficios que esa planificación ofrecía, condicionando y fomentando el abandono del suelo industrial hacia otras zonas periféricas. Estas políticas municipales se han basado en la máxima ocupación del suelo urbano, definiendo las zonas liberadas como “áreas potenciales de desarrollo y expansión del uso residencial, es decir, de negocio inmobiliario”. (Carlos Pardo Abad , pág. 130)

Cuando el Ayuntamiento puso en marcha las primeras expropiaciones en los años ochenta, las cantidades ofrecidas eran miserables, habida cuenta de que los valores catastrales habían disminuido entre un 30 y un 70 por ciento. A pesar de ello muchos decidieron marcharse sin esperar al desalojo. Algo más de diez años después todavía hay vecinos esperando el anunciado realojo en las nuevas viviendas que el EMVS de Madrid, ha construido para ellos.

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Calle Leganés. Últimas casas y los solares que quedaron trás los derribos. (FOTOS:  Enrique F. Rojo, 2008)


En este mismo sentido, pero sonstituyendo un ejemplo muy particular con sutiles diferencias, contamos con un caso interesante en el distrito de San Blas. Este distrito, que hasta después de la Guerra Civil no entra en los planes oficiales como área de expansión de la ciudad, se fue poblando de colonias benéficas, poblados dirigidos y poblados de absorción, al tiempo que cohabitaba con el emplazamiento de zonas industriales de rápido crecimiento.

La industria se fue estableciendo en el barrio de García Noblejas – Julián Camarillo y en el eje de la carretera de Barcelona y fueron emblematicas algunas empresas del INI como la “Empresa Nacional de Autocamiones” (ENASA/Pegaso) o la aeronáutica CASA.
En la actualidad, sus antiguas áreas calificadas –Julián Camarillo, Polígono Sotohidalgo, Polígono de las Mercedes o Josefa Valcárcel- muestran una diversidad de actividades y un dinamismo que resultan llamativos dada su pertenencia al núcleo urbano de Madrid.
El distrito de San Blas cuenta con diez áreas calificadas, todas ellas establecidas entre las décadas de 1950 y 1970, que cubren una superficie de unas 450 hectáreas, el mayor volumen de ocupación industrial en la ciudad, localizados en el polígono de Julián Camarillo, que se apoya en la avenida de los  hermanos García Noblejas, en tanto que las demás áreas lo hacen en el eje Josefa Valcárcel-avenida de América.
El resto de la actividad industrial de San Blas se distribuye principalmente a lo largo de una franja que atraviesa los barrios de Rosas y Canillejas y sigue el eje formado por las avenidas de Canillejas a Vicálvaro-Alcalá-avenida de América.

Lo destacable de esta zona, en la que existe un alto nivel de actividad industrial y productivo, es que la presión desindustrializadora también hace acto de presencia, observándose un uso mixto del suelo, que está aumentando gracias a la aparición de viviendas de nueva construcción.
En el polígono de Julián Camarillo, la actividad industrial se entremezcla con una diversidad de otros usos, lo que nos permite observar grandes edificios industriales que alternan con «casas baratas» (unas más primitivas, de cuando la zona estaba fuera del núcleo urbano, y otras de los planes oficiales de los años 40 y 50 que dotaron de viviendas a la clase obrera necesitada) y edificios de oficinas, junto a una nueva oferta de viviendas de nueva construcción, ya del siglo XXI.

El distrito de San Blas mantiene una evidente importancia en las estadísticas disponibles sobre la actividad industrial en la ciudad de Madrid, con un volumen de empleo muy superior al de cualquier otro distrito. No obstante, la terciarización es aquí más rápida que la registrada en el Sur y Sureste del municipio. Y el proceso de cambio de uso del suelo se percibe como un proceso activo que, con seguridad, acabará por ceder todo el suelo al uso residencial.

La presión reurbanizadora se concentra en la zona delimitada por las calles Alcalá y Argós, al norte; la calle Cronos al este; la calle Hermanos García Noblejas, al oeste y la Avenida de Arcentales, al sur. En esta zona, mixta, pero acusadamente industrial -aquí está, por ejemplo la sede de el diario El País, desde mediados de los años setenta del siglo XX, aunque por poco tiempo-, se prodigan los solares, producto del vaciado industrial y se construye en ellos viviendas. La presión se produce de este a oeste, desde los alrrededores de la carretera de Canillas-Vicálvaro, con el límite de la M-40 al este y al sur.

Factores especulativos

Los factores especulativos se derivan, en su mayor parte, de las determinaciones del planeamiento. La clasificación de las áreas industriales como tales asegura la continuidad del uso en una determinada zona, pero lo contario, es decir, la recalificación hacia otras funciones, genera altas expectativas de cambio, de obtención de beneficios y de actuación directa sobre el suelo urbano. La transformación del uso industrial por el residencial, con el consiguiente traslado o cierre de los establecimientos productivos, es un mecanismo de fuerte contenido económico, basado en la venta del solar industrial a elevados precios, la captación de enormes plusvalías, la construcción y venta de los nuevos productos inmobiliarios, etc.” (Carlos Pardo Abad , pág. 169)

Las industrias abandonadas y sin actividad ofrecen a la ciudad un espectáculo desolador y de fuerte deterioro. En algunas zonas el vaciado industrial ha sido muy extenso y en ese caso se puede hablar de cementerios industriales urbanos. La problemática del abandono no es sólo de tipo urbanístico por la sensación caótica que nos ofrecen las estructuras industriales en desuso, sobre todo las más antiguas, sino también de tipo social, y han sido frecuentes los casos de “squatterización” (como el ejemplo de Christiania, en Copenhague, en 1972).” (Carlos Pardo Abad , pág. 70) En Madrid son conocidos los casos de “okupaciones” en la vieja fábrica de Metal-Mazda (1988), en la imprenta Minuesa (1988), y en la fábrica de galletas Pacisa (1994), los dos primeros demolidos para la construcción de viviendas, en el primer caso y para albergar la comisaría de policía de Arganzuela, en el segundo. En el caso de PACISA, se conservó la fachada delantera y actualmente es la sede del Teatro-Circo de Madrid.

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Encuentro de la Calle Leganés con Calle Alberche. Edificios industriales conviviendo con viviendas. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

Bolsas de deterioro urbano (Arganzuela/Méndez Álvaro/Adelfas)

La intervención del Ayuntamiento de Madrid en el proceso de vaciado industrial se ha gestionado desde diferentes programas incluidos en el PGOUM de 1997 (Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Madrid). El Programa de Actuaciones del Área de Urbanismo e Infraestructura del Ayuntamiento de Madrid para 1988 diseñaba el desarrollo de 19 Bolsas de Deterioro Urbano, a las que más adelante se añaden seis más. Del total de 25, voy a referirme a la zona de Méndez Álvaro, en Arganzuela y al cercano barrio de Las Adelfas (Las Californias) en Retiro-Vallecas.

El programa de las Bolsas de Deterioro Urbano se definía en una publicación realizada por el Ayuntamiento de Madrid (2000) como: “la desaparición de 19 de estas bolsas”, -a las que habría que añadir otras seis más- “promoviendo el realojamiento total de las más de 3.000 familias que las ocupan y sustituyendo los núcleos de edificación deficiente por nuevos barrios integrados en una estructura urbana cualificada, lo que comporta la redistribución de los beneficios de la operación. En el programa de Bolsas de Deterioro Urbano predomina el aspecto social al tratarse de polígonos ocupados por edificación deficiente, que suponen interrupciones de la trama urbana y componen un marco de problemas sociales, higiénicos y de seguridad. Las diecinueve actuaciones programadas operan sobre situaciones existentes, propiciando en todas ellas la mejora de la calidad urbana mediante la sustitución integral de las edificaciones”.

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Calle California, en el barrio de Las Adelfas ( Retiro ). La renovación de la zona se produce con el desalojo de las antiguas industrias existentes y de los edificios de viviendas por expropiación, la mayoría de baja calidad y de más ce cincuenta años de antigüedad.

El proceso, fuertemente especulativo, ha supuesto la expulsión de la antigua población, que será sustituida por una nueva, de diferente perfil socioeconómico. (FOTO:  Enrique F. Rojo, 2008)

En un monográfico editado en abril de 2000 por la Gerencia Municipal de Urbanismo (Dirección de Servicios para el Desarrollo Urbano) Operaciones urbanas y bolsas de deterioro 1995-1999 nos informa de las Bolsas de Deterioro Urbano desarrolladas por expropiación que, “gestionadas directamente o mediante concesionario, han finalizado o han tenido un desarrollo significativo en el periodo 1995-1999 y aquellas otras que han de desarrollarse físicamente en los próximos años tras haberse resuelto, en el periodo indicado, gran parte de los problemas de gestión”.

El PERI (Plan Especial de Reforma Interior ) al que remite el APR (Áreas de Planeamiento Remitido) de Méndez Álvaro delimita dos Unidades de Ejecución, la UE 1 por expropiación (que incluye los edificios de la bolsa de deterioro urbano propiamente dicha, donde habitan las familias a realojar) con una superficie de 13.740 m2 y la UE 2, por compensación, que engloba el resto de la superficie del ámbito (las industrias, cuyo suelo recalifica la ficha del Plan General), lo que permite a los propietarios del suelo intervenir en las decisiones de futuro de la zona.

El caso de Méndez Álvaro es muy importante por constituir el ejemplo claro de cómo la presión especulativa (en su modalidad de recalificación de suelo de uso industrial a residencial) puede desvirtuar por completo las pretensiones iniciales de renovación urbana hasta convertirla en un aglomerado compacto de más de 6.000 viviendas, con escasas dotaciones sociales, ausencia de servicios y mínimas zonas verdes, como resultado de la especulación llevada al máximo posible.
A modo de resumen, se puede concluir que el proceso de desindustrialización de Madrid ha supuesto un importante cambio en la fisonomía urbana:

PRIMERO, por eliminar viejas industrias y viviendas que ocupaban un amplio espacio -especialmente en el distrito de Arganzuela, en el que se ha centrado la exposición- y,

SEGUNDO, por el marcado cambio de uso del suelo que ha pasado de ser básicamente industrial a ser residencial.

La renovación, sin embargo, no parece haber sido funcionalmente muy acertada ya que en los planes, la ausencia de áreas verdes y dotacionales está suponiendo un lastre en la creación de redes sociales en el barrio y en la fluidez relacional. Habrá que esperar algún tiempo para ver cual va siendo su evolución.

La pretensión de rentabilizar al máximo las inversiones inmobiliarias ha extremado la densidad de la zona, donde antes era muy baja.

En el caso de Méndez Álvaro, la ausencia de servicios se ha intentado cubrir con la creación previa de un gran Centro Comercial, situado en una zona limítrofe de barrio, lo que obliga al desplazamiento en coche. La Estación de autobuses y la llegada de nuevos habitantes ha generado un contínuo trasiego de vehículos que ha congestionado las calles notablemente. La ausencia de espacios verdes, en ocasiones se suple con el cierre perimetral de los bloques de viviendas, que incluyen en su interior pequeñas áreas ajardinadas de expansión. Además, esta modalidad impide la creación de locales comerciales que aporten su actividad a la vida diaria del barrio. En los casos en los que ésto es posible, la ocupación es lenta y no siempre es efectiva.

En ningún caso de sustitución de uso del suelo, los nuevos edificios de uso residencial han tenido carácter de vivienda social o protegida, puesto que el objetivo de estas construcciones eran los grupos de mayor nivel adquisitivo. Sólo en el caso de realojos por expropiaciones forzosas de las llamadas Bolsas de Deterioro Urbano, o de viviendas que coexistían con industrias, se ha producido esta circunstancia. En definitiva, todas estas intervenciones de eliminación de la industria del centro urbano han significado una importante transformación y renovación de la ciudad , en algunos casos de gran calado visual, al tiempo que están suponiendo un cambio en la estructura sociodemográfica con la llegada de nueva población.

Edificio de la EMVS de Madrid, que servirá para realojar a los vecinos de las expropiaciones de Méndez Álvaro.»La fecha de entrega inicial estaba prevista para febrero de 2007. Finalmente, el bloque se acabó hace cinco meses, en diciembre de 2008. A fecha de 10 de abril de 2009 los vecinos no habían podido entrar todavía porque estaban sin rematar las obras de la calle de acceso al edificio, según argumentó el Ayuntamiento. Quedan por construir otras dos promociones de la EMVS previstas en la zona: Méndez Álvaro Norte II y Méndez Álvaro Norte III. La primera tendría que haber estado acabada en agosto de 2007 y la entrega se preveía en diciembre de ese mismo año. La adjudicación a la constructora se hizo el 24 de marzo de 2009 y tiene un plazo de ejecución de 18 meses. Para Méndez Álvaro Norte III aún no hay fecha prevista.» (Ver información en El País).  Foto de Alfaraz.

El derribo de las últimas casas de las calles de Alpedrete y Alamedilla, en la zona de Méndez Álvaro concluyó en Julio de 2010. » La zona había sido expropiada por el Ayuntamiento en 1988, pero el pasado año todavía quedaban sin realojar unas 80 familias que seguían malviviendo a un paso de Atocha y Embajadores. A la demolición seguirá la construcción de tres manzanas de bloques de ocho alturas, con 12.600 metros de zonas verdes». (El País, 16/07/2010FOTO: El País

Demolición AGISA_nov2013
Inicio de las obras de demolición de los almacenes AGISA en Méndez Álvaro, en octubre de 2013. (Foto: El Mundo, 2013)

Referencias.-

VIDEO «Calle Leganés, por ejemplo«

Plan General de Ordenación Urbana de MADRID (PGOUM) 1997 PDF

Pardo Abad, Carlos J.
Vaciado industrial y nuevo paisaje urbano en Madrid
Ediciones La Librería
Madrid, 2004

Pautas actuales de la relación entre Industria y Ciudad

Trayectorias industriales metropolitanas

Distrito de San Blas (Industria)

Situación Social y económica en Madrid

Comienza la «Operación Calderón» (El País, 10/01/11)

Rascacielos de oficinas junto a la estación de Atocha (El Mundo, 21/10/2013)

Pío Baroja y los palacios de Madrid

Desde el exilio en París, Pío Baroja publicó en el diario argentino La Nación una serie de artículos de los que vivió hasta su regreso a España en el año 1940 y, quizás algún tiempo más. En ellos trata temas cotidianos y en ocasiones banales, mostrando cómo único interés para producirlos el crematístico y el ánimo de no desagradar, ni a unos ni a otros. Mera necesidad de peculio, como ya lo advierte el propio Baroja. Eran días de inquietudes y zozobras y los trescientos francos al mes que recibía por los articulitos le venían como agua de mayo.

Unos de los mencionados artículos, Los Palacios de Madrid, escrito posiblemente cuando ya estaba en España, es el que a continuación reproduzco casi en su integridad. El artículo forma parte de la recopilación publicada con el nombre de «Desde el exilio« por Caro Raggio en 1999. Me parece interesante porque hace un breve recorrido por alguno de los palacios que se levantaron en Madrid y que en el momento en el que se escribió el texto vivían un periodo de decadencia, consecuencia de la ruina económica de sus propietarios y de la pérdida de relevancia social y política de las, hasta entonces, clases dominantes. Con el paso del tiempo muchos dasaparecieron para siempre y otros gozaron del favor de la fortuna y hoy los podemos admirar tal como se concibieron. En cualquier caso, los viejos palacios son el testigo de un pasado no muy lejano en el que los ricos, alta burguesía y aristócratas hacían ostentación de su poder material para admiración y envidia de los menos afortunados y de los desposeidos, que en el pasado madrileño eran mayoría y vivían lejos de saber lo que era la abundancia. Todavía no se habían inventado las «clases medias», a las que después nos apuntaríamos todos, como un gran saco en el que todos caben.

El interés del artículo radica también en su valor documental que, si bien no tan profuso como en las novelas, cuyo paradigma madrileño podría ser la trilogía de «La Lucha por la Vida», si nos acerca a la realidad, en este caso de los años cuarenta, a través del paseo por los palacios y palacetes de la ciudad, contextualizando en el tiempo la narración al retratar su ambiente, hábitos sociales, etc . Esta característica de la obra literaria y periodística de Baroja ya ha sido destacada por gran cantidad de estudiosos, contemporáneos del escritor y posteriores como AZORÍN, MANUEL BUENO, ADOLFO BONILLA Y SAN MARTÍN, GREGORIO MARAÑÓN, etcétera.

LOS PALACIOS DE MADRID
«Los palacios de Madrid en el sentido de su origen tradicional e histórico pueden decirse prácticamente desaparecidos. No ha de atribuirse el hecho a la revolución esclusivamente, sino más bien emanado de un proceso económico fatal e ineludible. Ya antes del glorioso movimiento contábanse con las manos los que mantenían su boato. Media historia de España contemporánea puede decirse escrita dentro de sus muros. Fácil será realizar un ligero repaso sobre la situación de alguno de ellos.

El famoso del Marqués de Montellano es residencia hoy de la embajada de los Estados Unidos. La italiana se aloja en el suntuoso, pero ya moderno, del Marqués de Amboage.

Palacio del Marqués de Amboage

 

Cerrado por testamentaría el de Larios; para arrendar el de Bailén en la calle de Alcalá; alquilado a secretaría de F.E.T. y de las Jons el del Marqués de Casa Riera (NOTA: En los jardines del palacio, que daban a la calle de Alcalá, se construyó el nuevo edificio del Círculo de Bellas Artes entre 1921 y 1926) , también sito en la calle Alcalá y que hasta hace poco tiempo defendió el último cedro que sobrevivió en la misma al cerco del dinero. También para Falange E.T. y de las Jons está dedicado el Palacio de Medinaceli, sección femenina, donde tiene su sede central esta mujer admirable que se llama Pilar Primo de Rivera, cedido temporalmente por su dueño. El de la Marquesa de Nájera es hoy prolongación del Banco de España. Cerrado el de Fernán Núñez en la calle de Santa Isabel. Quemado en el primer periodo revolucionario el de Alba, que su dueño sabemos va a reedificar y que providencialmente salvó gran parte del tesoro porque supo ver llegar los acontecimientos.
El Ministerio de Trabajo se alberga en el de la Duquesa de Parcent, calle de San Bernardo. Sigue abierto, pero en pequeña parte, el magnífico de Villa Hermosa, que ya otras de sus espléndidas dependencias las ha subarrendado a bancos, etc.
Así haríamos interminable esta lista para para sacar la conclusión primeramente expuesta de la casi desaparición total de los palacios madrileños.

Si realmente en esta residencias asentose con frecuencia el egoismo, la frivolidad y la ignorancia, qué duda cabe que fueron las más albergue de altas virtudes. En ellas recibió el pintor novel sus primeros alientos; allí encontró el mejor mercado de sus cuadros y, en general, el bibliófilo, el anticuario, orfebre, ebanista, carrocero, etc., más seguro porvenir. Por ello en todo el ámbito nacional formábanse estos sugestivos y valiosos museos que iban siendo el orgullo patrio y que muchos gozaban de categoría internacional, tales como el Palacio de Liria, la Biblioteca del Marqués de Cerralbo, cedida después al Estado…

Palacio del Marqués de Cerralbo, hoy «Museo Cerralbo».

La antigua casa de Denia ha hecho por sí sola más en favor de artistas literatos que muchas instituciones oficiales menos eficaces. En el capítulo de fundaciones benéficas la lista se haría interminable.
El Rastro madrileño acusa de manera clara este declive: junto al zapatero de viejo, Santiago, Juan, qué sé yo, verdaderas potencias dentro de su aparente sencillez, nos venden maravillas aprecios de las tiendas de lujo. Ya no es mercado de pobres… sino de ricos. Riquezas procedentes de sus legítimos dueños que las cedieron en su vertiginosa decadencia, del flujo y reflujo revolucionario, de trasiegos de investigación difícil… Por otra parte, en los sótanos de la Biblioteca Nacional se procede a la ordenación de libros de estas casas que fueron y que Recuperación Artística recoge con tesón.
La marquesa de ayer se acomoda hoy en modesto piso de vecindad o se codea con nosotros en el chalet sujeto a la ley de casas económicas. Si se verifican reuniones ha de ser en el marco obligado del Ritz.


Los moradores de estos palacios, ya de antaño, son los que daban distinción y elegancia a la capital de España en pugilato de esplendidez y poderío. Sentarse en el Paseo de Coches a finales del pasado siglo, principios del actual, constituía por sí solo un verdadero recreo ante aquel desfile brillante de últimas horas de la tarde en que la gente colmaba su entusiasmo al paso de bellezas de aquel tiempo, tales como la Marquesa de Casa Torres, Duquesa de Fernán Núñez (Isilvis Xiquena), etc. Hoy el espectador no resiste diez minutos de permanencia en Recoletos, propongo por caso, donde el paso de la gente en grupos compactos es marcado rítmicamente por el guarda de la porra con su mano enguantada. (…)

Palacio de la Duquesa de Fernán Núñez.

Palacios odiados, desaparecidos al presente. ¿Acaso ha existido dinero repartido con mayor generosidad? ¿Tiene comparación su trasiego con el préstamo bancario forzósamente medido, balanceado y sometido a constante vigilancia? ¿Ha habido en el mundo mayor tanto por ciento que el de estos aristócratas arruinados? ¿El Estado, no el de ahora, el de siempre, no ha absorbido en pocas generaciones la mayor parte de ese caudal? Desaparecidos ellos, ¿habremos ganado? Error craso el de la teoría marxista en su afán de nivelaciónsocial. Ello equivale exactamente a querer poner puertas al campo, matar la gallina de los huevos de oro, invalidar el más seguro motor de progreso. Ya se encarga ciertamente la realidad de cortarnos las alas; pero es legítimo que la ambición viva en el mayor campo posible de libertad.

Consolador que después de nuestra tragedia sea un paladín de F.E.T. y de las Jons, señor Areilza, quien haga estas afirmaciones si se quiere refiriéndose a otro aspecto de la vida, pero relacionado en suma con nuestro tema:

“Nada más lejano de nuestro propósito y aún opuesto a nuestra doctrina que suponer a la ordenaciónnacional sindicalista incompatible y menos hostil a la personalidad libre del empresario, como rector de su unidad de producción privada…”
Empresario que volverá a acumular riquezas, que legará a sus hijos, quienes encontrando fácil el camino abierto caerán fatalmente en la molicie… aunque un Estado vigilante cuide de enrarecer su clima.
Mas no importa… al fin en las mismas sociedades como en la sabia naturaleza se barajan juntamente males y remedios y estos nuevos parásitos, producto de los nuevos ricos, tendrán también muy flanqueables sus posiciones.

Acaba el muérdago con determinadas especies en la selva virgen que surgen después con mayor pujanza: creyose una vez que la facultad de produgarse en la reproducción de los arenques en el mar podía solidificar éste. Vinieron enormes cetáceos reestablecieron el equilibrio devorándolos a miles de toneladas… Como los cubos de noria abajo y arriba alternativamente tejemos y destejemos nuestra vida en movimiento incesante.»
Pío Baroja, Desde el exilio (págs. 83 a 88 )
A continuación propongo -en un corta y pega- este catálogo de palacios y palacetes que acompaño con alguna imagen ilustrativa.

Breve catálogo de Palacios madrileños

Palacio de Xifre
Situado frente al Museo del Prado, haciendo esquina a la calle Lope de Vega, se trata de uno de los ejemplos más representativos de los magníficos palacios construidos por la nueva nobleza financiera de la segunda mitad del siglo XIX.

Fue construido en 1865 por el arquitecto José Contreras como residencia del financiero José Xifré, quien llegaría a ennoblecerse al desposarse con María Chacón y Silva, hija del marqués de Isasi.

El palacio de Xifré fue uno de los edificios privados más hermosos que ha tenido la ciudad. Todos los detalles -desde la verja de cerramiento, la fachada, y hasta las habitaciones interiores- imitaban de una manera perfecta aunque muy costosa la época dorada de la arquitectura árabe. A lo largo de su historia ha tenido otros usos y huéspedes: sede de la Embajada de México y residencia del duque del Infantado.

Inexplicablemente fue derribado a principios de la década de 1950 para construir sobre su solar la Casa Sindical, actual Ministerio de Sanidad y Consumo, ejecutado por Francisco de Asís Cabrero.

Palacio Xifré, derribado en 1950.

 

Palacio Marqués de Cerralbo
Situado en pleno barrio de Argüelles, fue mandado construir como residencia personal de Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, y notable coleccionista de armas y cuadros.

Su construcción se realizó entre 1884 y 1885 bajo la dirección del arquitecto Alejandro Lureda, resultando un palacio clasicista, con reminiscencia de los palacios italianos de estilo neo-palladiano, con jardín y mirador.

Tras la muerte del marqués en 1922, y en virtud de una donación, en 1924 fue convertido en Museo. De este modo, en sus diversas estancias como el salón de baile, la sala de billar, o el comedor de gala, se pueden observar numerosos objetos y obras de arte, como lámparas venecianas, porcelanas de Meissen, pinturas del Greco, Ribera, Murillo, Zurbarán y, entre otros, Alonso Cano, así como multitud de tapices, arcones, bargueños, y una notable colección de armas y armaduras, de los que buena parte pertenecieron a la colección particular del marqués.

Después de la Guerra Civil, el edificio fue restaurado por el arquitecto Fernando Chueca Goitia.En 1962 fue declarado Monumento Nacional.

Palacio de los duques de Villa Hermosa

Está situado en la Plaza de las Cortes, 6, con Paseo del Prado y Calle de Zorrilla.

La remodelación del entorno palaciego del Real Sitio del Buen Retiro iniciada en 1767 por José de Hermosilla vino a ordenar la vaguada del antiguo arroyo del Prado, con la creación de un nuevo espacio de relación entre el entonces límite de la ciudad y el conjunto palaciego. Este espacio lo conocemos hoy como Salón del Prado, un paraje muy emblemático de la ciudad por la belleza de sus jardines y sus fuentes (Cibeles, Neptuno, Apolo). Estas obras de mejora del Prado y la cercanía al palacio del Buen Retiro se convirtieron, ya a finales del siglo XVIII, en polo de atracción para la aristocracia madrileña.

En esta lógica, el Duque de Villahermosa adquirió en 1771 una casona barroca en el paseo del Prado, frontera al hermoso y desaparecido palacio del duque de Medinaceli, que había pertenecido a Alessandro Pico de la Mirandolla, un noble italiano muy influyente en la corte de los borbones.

En 1783 el duque encargó su reforma a los arquitectos Silvestre Pérez y Manuel Martín Rodríguez, pero no llegaría a realizarse. Entonces, el palacio era de planta sensiblemente rectangular y la distribución de las dependencias se realizaba en torno a tres patios interiores y a tres fachadas que daban, respectivamente, a un jardín lateral, al Paseo del Prado y a la Plaza de las Cortes.

El Palacio de Villahermosa está situado en la Plaza de las Cortes, 6, con Paseo del Prado y Calle de Zorrilla.

 

En 1805 se encarga al arquitecto Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva, una nueva reforma del palacio. Esta vez si se llevan a terminó algunos cambios importantes, como la ubicación de la puerta principal en la fachada norte aprovechando el jardín; la ampliación de un piso más sobre los dos que ya tenía el palacio; la decoración de las fachadas con impostas y molduras de granito, y la ornamentación de los huecos de los balcones con molduras. Con estas mejoras la construcción tomó el aire de las grandes mansiones nobiliarias que se habían construido en la corte durante el setecientos (Palacios de Goyeneche y de Buenavista, de los duques de Ugena y de Liria, y de los marqueses de Miraflores y de Perales).

En 1823 el palacio se convirtió en residencia del duque de Angulema, aquel que con la invitación del Congreso de Verona vino a España con los «cien mil hijos de San Luis» para derrocar los gobiernos liberales del trienio y restituir a Fernando VII en el trono. Más tarde se convirtió en una especie de hotel para nobles y acogió durante algunos años la sociedad artístico-literaria, llamada del Liceo y de la que era ferviente impulsor José Zorrilla.

Ya en el siglo XX, tras largos años de deterioro y abandono, la Banca López Quesada adquirió el palacio y encargó una profunda reforma del inmueble al arquitecto Moreno Barberá (1973), con el fin de instalar las oficinas centrales de la sede financiera. Esta reforma, que conllevo un vaciado integral del interior del palacio, fue poco rentable para la Banca López Quesada pues al poco tiempo entró en crisis y tuvo que poner a la venta el palacio.

Fue adquirido en 1980 por el Banco de España y posteriormente cedido al Museo del Prado como edificio donde mostrar temporalmente colecciones pictóricas y celebrar exposiciones. La última reforma del palacio ha sido realizada hace poco tiempo por el arquitecto Rafael Moneo, con objeto de convertirlo en museo para acoger de forma permanente la colección de pinturas Thyssen-Bornemisza.

Palacio del Duque de Alba
Situado en la calle del Duque de Alba, 15,con calle de los Estudios, y Calle de Juanelo, en pleno Rastro Madrileño.

Sobre el gran solar que hoy ocupa el palacio estuvo ubicada durante varios siglos una enorme y sobria casona de estilo castellano que tuvo por huéspedes a ilustres y destacados personajes de la corte. Así, en el siglo XVI estuvo habitada por San Francisco Carracciolo, San Luis Gonzaga y por Pedro Médicis, hermano del Gran Duque de Florencia y carta de garantía de fidelidad para la monarquía hispana. En el siglo XVII tuvo como morador a Pedro Franqueza, Conde de Villalonga, secretario y hombre de confianza del duque de Lerma, gran válido de Felipe III, a quien se responsabilizó de oscuros episodios de corrupción, suponiéndole la caída política, la confiscación de sus bienes y la cárcel.

Parece ser que a finales del siglo XVII, el duque de Alba adquirió el caserón, junto a otra casa contigua, encargándose de las tasaciones los arquitectos Manuel y José del Olmo. El duque pasó a habitar el caserón pero parece que no hizo grandes reformas, todo lo más consistió en redimir en 1710 las cargas tributarias de los inmuebles.

Palacio del Duque de Alba, situado en la calle del Duque de Alba, 15,con calle de los Estudios, y Calle de Juanelo, en pleno Rastro Madrileño.

 

 

El edificio actual es fruto de una completa remodelación interna y externa que realizó en 1861 el arquitecto Alejandro Sureda por encargo del Duque de Berwick y Alba. Entroncando con los gustos estéticos del Madrid isabelino, el nuevo palacio adquirió un carácter clasicista, a través de la disposición simétrica de los balcones, decorados con guardapolvos y rematados con frontones, y con un portón central. Lamentablemente, y como viene siendo habitual en este tipo de construcciones, una reforma posterior alteró profundamente su distribución interior para construir en su lugar apartamentos de alquiler, a la vez que la planta baja se habilitaba para la ubicación de tiendas.

Palacio de Fernán Núñez
Situado en la calle de Santa Isabel, 44, con la calle de San Cosme y San Damián.

El palacio actual fue construido por el arquitecto Martín López Aguado en 1848, sobre el antiguo palacio de los condes de Cervellón, estado nobiliario del Principado de Cataluña vinculado a la casa ducal de Fernán Núñez. Es uno de los ejemplos más significativos de la opulencia con que vivía la aristocracia madrileña durante el periodo isabelino. Su sencillez exterior, más en línea con el orden clásico de los palacios dieciochescos –simetría en los huecos, pilastras, balcones- contrasta con el barroquismo y la suntuosidad de su salón de bailes, salones, saletas, piezas de lectura y despachos ricos en frescos, esculturas, estucos, sedas, marqueterías y cristalerías. Y es que entonces, la élite social de Madrid se relacionaba y se divertía en los palacios de la aristocracia, como en éste de Fernán Núñez, donde se celebraban tertulias, certámenes literarios, lujosas fiestas, conciertos y bailes, y a los que solía acudir con frecuencia la mismísima reina Isabel II.

En la década de 1970 fue reformado por un grupo de arquitectos compuesto por Fernando Ruiz Jaime, Federico Echevarría y Horacio Domínguez con objeto de instalar en parte de sus dependencias el Museo del Ferrocarril. En 1983 el museo fue trasladado a su nueva sede en la antigua Estación de Las Delicias y el palacio sigue destinado desde 1941 a usos administrativos de RENFE.

A lo largo de todos estos años la compañía estatal ferroviaria ha mantenido en buen estado de conservación los salones originales del palacio, preservando todo su esplendor de antaño.


 

 

 

Palacio Marqués de Amboage
C/ Lagasca 98.
Joaquín Roji construyó de 1914 a 1917 este palacio para los marqueses de Amboage en el considerado uno de los solares mejor situados del barrio de Salamanca.
Sigue el patrón de otros palacetes realizados en el Ensanche, situando los salones, la biblioteca, etc. en la planta baja y los dormitorios en la primera, dejando el semisótano y la segunda planta para el servicio.
Tiene clara influencia francesa, mezclando detalles de gusto rococó con elementos neobarrocos. Sus grupos de columnas rematadas por frontones curvos consigue tal dinamismo en la fachada que fue merecedor del primer premio del Ayuntamiento de Madrid al hotel particular mejor construido en el año 1918.
En la Guerra Civil se trasladó a él durante un tiempo el Ayuntamiento de Madrid.
Su interior, como en la mayoría de estos edificios, fue reformado para albergar la Embajada de Italia, que actualmente lo ocupa.

Palacio Indo

La influencia del estilo francés en los palacios de la burguesía del Madrid isabelino, quedó reflejada en la residencia palaciega que Miguel Sainz Indo se hizo construir en 1866, en la manzana comprendida entre las calles de Jenner, Fortuny, Cisne y Paseo de la Castellana.

La gran superficie del solar permitió edificar un conjunto compuesto por un edificio principal exento -de tres plantas rematadas con una esbelta balaustrada- y un extenso jardín en el que no faltaban los invernaderos. Todo el conjunto estaba cerrado con una elegante verja de hierro fundido.

Adquirido por el duque de Montellano en 1901, fue derribado en 1904 para construir uno nuevo a su gusto, obra de los arquitectos Juan Bautista Lázaro y Joaquín Saldaña. Tras la demolición de este palacio en 1966, su solar lo ocupa hoy el edificio de la Unión y el Fénix.

Residencia palaciega que Miguel Sainz Indo se hizo construir en 1866, en la Castellana. Se derribó en 1966, y su solar lo ocupa hoy el edificio de la Unión y el Fénix, diseñado por Luís Gutiérrez Soto.

 

 

Palacio de Madinacelli
Desde mediados del siglo XIX, el eje formado por los paseos del Prado y de Recoletos se fue configurando como una elegante zona residencial con la construcción de hermosos palacios para la aristocracia y la alta burguesía madrileña. Uno de los palacios más emblemáticos fue el del duque de Uceda, llamado Francisco de Borja Téllez Girón y Fernández de Velasco.

Fue construido entre 1866 y 1870 por el arquitecto portorriqueño Mariano Andrés Avenoza, en un amplio solar que había junto a la plaza de Colón, entre el Paseo de Recoletos y la calle de Génova. Se trataba de un magnífico palacio realizado al “gusto francés”, formado por dos plantas y un cuerpo superior con techumbres de pizarra.

Trás ser adquirido por el marqués de Salamanca el 15 de febrero de 1876, hacia 1890 fue comprado por doña Ángela Pérez de Barradas y Bernuy, duquesa viuda de Medinaceli, además de duquesa de Denia y Tarifa. Es por esto por lo que el palacio ha sido conocido a lo largo de su historia por diversos nombres: Palacio de Uceda, de Denia, y de Medinaceli, siendo esta última la más emblemática de sus denominaciones.

Incomprensiblemente, esta joya arquitectónica del siglo XIX fue demolida en 1965 para construir el denominado Centro Colón.

El Palacio de Medinacelli, con la estatua de Colón en medio de la rotonda del Paseo de Recoletos, en una foto de 1960.

 

 

Palacio condesa de Parcent
Calle de San Bernardo, 62.

Este palacio, también conocido como la Casa de los Siete Jardines, fue construido en 1728 por el arquitecto Juan Valenciano en la calle de San Bernardo, siguiendo los cánones de las residencias nobiliarias del siglo XVIII. De hecho, en el entorno de esta calle se localizan otros palacios de similares características, como los del Marqués de Guadalcázar, de la Marquesa de la Sonora y la Casa Palacio de Antonio Barradas. Según nos cuenta Pedro de Répide en su conocida obra «Las calles de Madrid» este palacio estuvo habitado por la doctora de Alcalá, María Isidra de Guzmán y de la Cerda, conocida por sus estudios y casada con el Marqués de Guadalcázar, nombre con el que también se conoció este palacio. A mediados del siglo XIX fue habitado por la duquesa de San Fernando, más tarde unas monjas regentaron en él un colegio de niñas, y después de una etapa de abandono fue adquirido por la condesa de Parcent, convirtiéndolo en su residencia y en un museo donde fueron frecuentes las reuniones de Arte. En la actualidad acoge algunas dependencias del Ministerio de Justicia.

Palacio de Alcañices

Junto a las casas de la duquesa de Nájera.
El antiguo palacio del Marqués de Alcañices, también conocido como Duque de Sesto, estuvo ubicado en el Paseo del Prado esquina a la calle de Alcalá, en el lugar que ocuparon las casas de Luis de Haro, Marqués del Carpio y ministro privado de Felipe IV tras la caída del Conde Duque de Olivares. Con motivo de las obras de prolongación de las antiguas calles del Sordo y de la Greda, hoy llamadas de Zorrilla y de los Madrazo, se vendió el antiguo palacio y se derribó hacia 1884, ocupando el Banco de España parte de este solar a finales del siglo XIX.

Marqués de Alcañices y Marqués de Sotomayor posando frente a las caballerizas del Palacio de Alcañices.


A la izquierda de la foto el antiguo palacio del Marqués de Alcañices, junto a las casas de la duquesa de Nájera. A la derecha la estatua de la diosa Cibeles dentro de su fuente. Y en el centro, la calle de Alcalá. El Palacio se derribó en  1884  para construir el Banco de España.

 

Referencias.-
Baroja, Pío
Desde el exilio
(Los artículos inéditos publicados en “La Nación” de Buenos Aires, 1936-1943)
Editorial Caro Raggio
Madrid, 1999

Baroja, Pío
Aquí París
Editorial Caro Raggio
Madrid, 1998

Moral Ruiz, Carmen del
La sociedad madrileña, fin de siglo y Baroja
Turner, D.L.
Madrid, 1974

Nostalgia de las mansiones perdidas (El País)

Madrid Histórico

Pío Baroja, La lucha por la Vida: La Busca, Mala Hierba, Aurora Roja

La ciudad de los palacios (El País, 5/3/2011)

El "Madrid Moderno" (La Guindalera)

(Fotografía: Enrique F. Rojo, 2010)

Encontrarse sin previo aviso con las ya escasas viviendas que componían el Madrid Moderno original sorprende. Haciendo la obligada abstracción situacional, el viaje en el tiempo se produce irremediablemente y nos situamos en otro mundo, producto de otra época y de otras gentes. En este lugar el tiempo parece haberse detenido -haciendo la obligada abstracción- y las casitas que tenemos a nuestro alrededor nos ensimisman por su singularidad y por su anacronía. En estos tiempos que corren en los que lo efímero manda, maravilla el estímulo que pueden producir ejemplos de la vida de hace más de un siglo, en la perdurabilidad casi milagrosa de un puñado de viejas casas que se resisten a desaparecer.

El Madrid Moderno se encuentra delimitado por las calles Cardenal Belluga c/v C/ Roma c/v Av Toreros c/v C/ Cartagena c/v C/ Francisco Navacerrada c/v C/ Campanario/v C/ Ruiz Perello, en La Guindalera. La foto muestra una de las calles del barrio en 1900.


Su construcción, entre 1890-1892, constó de una 1ª fase de viviendas unifamiliares neomudéjares en las calles Castelar, Roma y Cardenal Belluga, debidas a Julián Marín.

Tras los problemas de la promoción con el Ayuntamiento, la legalización estuvo a cargo del maestro de obras Mauricio Martínez Calonge en 1894, que continuó la 2º fase de viviendas de estilo neomudejar en las referidas calles, a partir de esa fecha y hasta 1901.

Finalmente se produjo una 3ª fase viviendas de estilo modernistas en la calle Roma, a cargo, entre otros, de Valentín Roca Carbonell, de 1905 a 1906.

El

(Fotografías: Enrique F. Rojo, 2010)

Dentro del antiguo barrio de la Carretera de Aragón o de la Plaza de Toros (en referencia a la antigua Plaza situada donde ahora se encuentra el Palacio de los Deportes de la Comunidad), a la izquierda de la Carretera de Aragón (actual calle de Alcalá), y junto a la actual Plaza de Toros de las Ventas, que sustituyó a la anterior en 1930, se comenzó a construir en 1890 una colonia de viviendas unifamiliares cuyo promotor llamó Madrid Moderno. La iniciativa del arquitecto Julián Marín, propietario de los terrenos fue secundada por el promotor Manuel Santos Pineda, quien trás los numerosos problemas que tuvo con el Ayuntamiento vendió los sesenta y dos hoteles construidos a Francisco Navacerrada Sánchez.

Al parecer, la relación de amistad de Santos Pinela con el Partido Liberal en el poder, al que perteneció, le permitió comenzar la construcción sin tener todavía las preceptivas licencias. El cambio de gobierno que dió paso a los Conservadores supuso que el Ayuntamiento de Madrid le negase las licencias y le paralizase las obras. Después de dos años de recursos administrativos, Santos Pinela vendió la colonia construida al contratista Navacerrada. Éste se hizo cargo de las deudas y, una vez que legalizo la urbanización, entregó las nuevas obras al maestro Martínez Calonge para que finalizase el proyecto.

(Fotografía: Enrique F. Rojo, 2010)

Todas las casas se agrupaban en hileras que, en la primera fase de Julián Marín, remataba las casas en esquina con torreones circulares de estilo neomudejar, de parecida factura a las de la Casa de las Bolas, entre las calles Alcalá y Goya, obra del mismo Marín. Las casas tenían dos niveles y sótano, con un patio interior. Sus fachadas estaban retranqueadas con respecto a la calle, lo que permitía un mínimo jardín previo a la entrada. La única parte que se encontraba a nivel de la acera era una especie de mirador o “galería” de madera acristalada, que protegía el acceso a modo de soportal apoyado en dos clumnas de hierro torneado. Las fachadas eran de ladrillo visto bicolor con azulejos como detalles decorativos.

Más tarde, las siguientes casas que se realizaron, efectuadas por diferentes arquitectos, añadieron más detalles decorativos y modificaron el primitivo estilo, si bien mantuvieron los miradores por encima de la puerta de ingreso a las viviendas.

3ª Fase de viviendas del Madrid Moderno de estilo modernistas en la calle Roma, a cargo de, entre otros, Valentín Roca Carbonell, de 1905 a 1906. (Fotos: Enrique F. Rojo, 2010)

Se puede decir que no hubo unanimidad de criterios a la hora de valorar la promoción urbanística que supuso el Madrid Moderno. El periodista Juan Valero de Tornos (España en fin de siglo, Madrid,1899) dijo de ella en 1894 que se trataba de una barriada “de preciosas casitas, habitadas por numerosas personas, que por un módico precio habían llegado a ser propietarios de sus casas, rodeadas de jardín y formando uno de los puntos más bellos del ensanche.”

Sin embargo, el escritor y crítico literario José Martínez Ruiz “Azorín” (La Voluntad, Barcelona, 1962) comentó acerca de las casas: ”A la izquierda de la Plaza de Toros, los diminutos hoteles del Madrid Moderno, en pintarrajeado conjunto de muros chafarrinados en viras rojas y amarillentas, balaustradas con jarrones, cristales azules y verdes, cupulillas, sórdidas ventanas, techumbres encarnadas y negras…, todo chillón, pequeño, presuntuoso, procaz, frágil, de un mal gusto agresivo, de una vanidad cacareante, propia de un pueblo de tenderos y burócratas”.

En la misma línea, el arquitecto Luís María Cabello Lapiedra –autor del Palacio de la Moncloa, el Palacio del Marqués de Carralbo, etc.-, dijo (en Resumen de Arquitectura, nº3 de Marzo, 1901) de Madrid Moderno que su pomposo nombre aparecía a la puerta de la Corte con sus casas mezquinas, aparatosas, mal construidas, en que la gente vive hacinada y sin higiene, y con cuya construcción de fincas, se había explotado la buena fe de los vecinos de Madrid.

Madrid Moderno. (Foto: Enrique F. Rojo, 2010)

Al respecto de la calle Castelar, donde se encuentra la primera fase de casas de la promoción, el cronista Pedro de Répide escribía en 1925:

«La Calle Castelar es la primera calle de la barriada de hotelitos, denominada Madrid Moderno, construida en 1890 por Don Santos Pinela y el arquitecto Don Julián Marín. Antiguo republicano aquél, quiso honrar el nombre del famoso orador –denominando Castelar a la calle-, a cuyo lado había militado en política. La designación fue particular, sin recayese ni haya recaido sobre ella acuerdo municipal.

Los hotelitos de esta calle, construidos según un patrón uniforme, revelador de un estilo un tanto chocarrero del arquitecto Marín, fueron muy útiles para mejorar la cuestión de la vivienda, pues vendiéndose a precios hoy día irrisorios, cincomil y diezmil pesetas, daban a cada familia una residencia amplia y desahogada. De no haberse limitado a cuatro calles aquella barriada, sino haberse extendido grandemente, el vecindario madrileño habría ido conociendo las ventajas de la casa independiente sobre el antipático sistema de las fincas alquiladas por pisos. A pesar de lo que se ha elevado el precio de la construcción, sería conveniente edificar nuevos barrios de esa clase de viviendas en los terrenos libres que quedan en lugares como entre la calle Francisco Silvela y el límite; desde la Avenida de Menéndez Pelayo al nuevo Paseo del Abroñigal; aledaños de los caminos de Chamartín; Cerro del Pimiento y ambos ñados de los primeros tramos del Paseo de Ronda; entre la Bajada del Vado y la calle de Ataúlfo: Con la ventaja de que en estos dilatados espacios se construirían los hotelitos aislados, pués el gran inconveniente de los de Madrid Moderno es el de ser medianeros.»

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Calle Londrés,  Madrid Moderno. (Foto: Concepción Ródenas. 1910 AFCM)
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Postal de 1900 donde se ve el aspecto original del Madrid Moderno con uno de los torreones de la esquina en la calle Castelar en primer término.
Calle Roma, Madrid Moderno. (Foto: Enrique F. Rojo, 2010)

En la actualidad el Madrid Moderno ha dejado de existir como tal. En la nefasta década de los setenta y más adelante también, la fuerte presión especulativa y la ausencia de protección sobre la singularidad de estos edificios permitió su demolición para construir impersonales bloques de viviendas y, en el mejor de los casos su transformación, añadiendo nuevas alturas o modificando totalmente su estructura interior. Sólo en contados casos se rehabilitó con buen criterio. En la actualidad hay tres viviendas que se encuentran es estado de abandono, deteriorándose y cayéndose a pedazos.

Referencias.-

Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX

Díez de Baldeón García, Clementina

Siglo XXI Editores

Madrid, 1986

Las Calles de Madrid

Pedro de Répide

Ediciones La Librería

Madrid, 1999

Arquitectura de Madrid

Tomo II: Ensanches

Fundación COAM

Madrid, 2003

Madrid Moderno, vestigio urbano del siglo XIX

Lo que queda de una barriada económoca del extrarradio.

Enrique F. Rojo Escobar

Ilustración de Madrid. Núm. 15. Primavera 2010

Ed. M. Abella & Asociados, S.L. Madrid, 2010

Barrios de Madrid: Madrid Moderno (ABC– 3 de septiembre de 1906)