En esta ocasión vuelvo a hablar de una casa perdida, como otras muchas del Madrid antiguo, que sin embargo ha pasado a la historia de la ciudad por haber estado habitada por un insigne y, en ciertos aspectos, misterioso personaje: Francisco de Goya, pintor. La casa fue conocida como «La quinta del sordo«. Se dice que el nombre ya lo tenía cuando Goya la compró, por padecer su propietario del mismo mal que ya aquejaba al pintor desde hacía varias décadas. La finca, cercana a la rivera del río Manzanares la adquirió Goya en el año 1819, contando con 72 años, y allí pintó -supuestamente- las atormentadas pinturas negras que, en realidad, eran frescos realizados en las paredes de la casa. En la Quinta vivió hasta su traslado a Burdeos en 1824, donde murió.
La casa, una vez el pintor marchó para Francia, quedó en manos de un nieto, que la vendió. Finalmente se hizo con ella el Barón francés de L’Erlanger que, con la pretensión de hacer negocio con las pinturas, las retiró de los muros y mandó pasarlas a lienzo para vendérselas al Museo del Louvre de París, que las rechazó. Este traslado y el mal estado de conservación parece que dañó bastante los frescos, que tuvieron que ser restaurados.
La Quinta del sordo, una vez le retiraron las pinturas, fue perdiendo interés y cayó en un abandono total, lo cual significó su ruina irremediable y la posterior enajenación de la propiedad. La debieron de derribar en algún momento de las primeras décadas del siglo XX. Tal vez en los años 30.
Con respecto a las pinturas negras, tan estudiadas por los especialistas en la materia y muy apreciadas dentro de la obra de Goya, traigo a colación un curioso asunto. En el año 2003 el investigador y Catedrático de historia del arte Juan José Junquera puso en duda la autenticidad de la ejecución por Goya de los frescos. Las tesis que sostiene el profesor para apoyar su polémica afirmación son múltiples: desde las fechas de realización de aquellas obras hasta los materiales empleados; desde la posibilidad de que el hijo del artista, Javier Goya, también pintor, fuera el verdadero artífice, hasta la utilización de las pinturas como reclamo para vender la casa. Según este profesor, cuando Goya dejó la Quinta en herencia a su nieto Mariano, en 1823, antes de partir para Burdeos, no se hablaba nada de aquellos trabajos. Además, cuando Goya vivía en la Quinta, ésta sólo tenía una planta y parte de las pinturas negras son de un piso construido después de su partida. Esto sucede en el momento en el que el nieto intenta venderla pero no encuentra comprador. Al parecer la casa no era de muy buena construcción y tenía difícil venta. El nieto se da cuenta de que el cebo son las pinturas que había allí. Y es al morir su padre -Javier Goya, el hijo del genio-, en 1854, cuando empieza toda la historia: se realizan los inventarios de la casa y se atribuyen los murales a Francisco de Goya. Bueno, no es una mala hipótesis. Tendrá que demostrarlo muy bien demostrado. También hay que tener en cuenta que esta hipótesis apareció publicada en una revista de divulgación de arte perteneciente al grupo que edita el diario El Mundo... Por lo demás, no parece que se haya hablado mucho del tema.
Dejando las pinturas negras, volvamos a la casa, que es en realidad lo que en un principio me ocupaba.
Aporto a estos apuntes una foto de la Quinta del sordo tomada en torno a 1920-1930 y firmada por Manuel Asenjo y la hago acompañar de un texto exquisito de Pedro de Répide titulada la Quinta del padre Goya, perteneciente a El Madrid de los abuelos y publicada en 1908. La poética y melancólica descripción de Pedro de Répide probablemente se ajuste a lo que en su momento éste viera y conociera de la casa. Y lo que debió de ver quizás fuese algo muy similar a lo que la foto nos muestra. De manera que por unos instantes nuestros ojos y los de de Répide se confundirán en una misma o parecida mirada y en una misma o parecida sensación.
Lo que a continuación toca es disfrutar con la imagen y con el prestado texto. Es hora de ejercitar la imaginación.
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La Quinta del Padre Goya
Yo, ayer, estuve en un pensil.. Sin ir más allá de las afueras de la corte, entré en un vergel ultraterreno y me aparté a una gran distancia del mundo en que vivimos. Hubo de serme para ello suficiente bajar la cuesta de la Vega, trasponer luego la puente Segoviana, subir por un suavísimo otero que los trigos verdecían y las amapolas salpicaban, y dí conmigo en la cima de tal alcor, que fue como llegar hasta la cumbre del Olimpo. Eran allí un jardín con una vieja casa que están muy lejos del mundo y de la vida.
La casa es un antiguo palacete abandonado. Sólo de verla se siente que allí han pasado muchas cosas y que por los ámbitos de sus salones fríos y solitarios pasan a veces algunas almas de otro tiempo. En el jardín, más bello desde que ninguna mano viviente acude a su cuidado, se siente también un misterioso espíritu que pasa. No cabe duda de que allí ha vivido alguien que era muy alguien. Cierto que allí vivió D. Francisco de Goya y Lucientes.
El viejo palacete tiene una noble y magna puerta. Su verjería deja ver como a través del cancel de una capilla, el vestíbulo y la escalera. Sobre los hierros del zaguan hay un ducal blasón. Y se ve luego el pavimento de un pórfido rojizo, y cómo después de una breve gradería de mármol se desdobla la escalinata en sendas ramas elegantes (…).
Delante de la casa, donde había una terraza de arena finísima, pisada por las duquesas manolescas que allí iban para hacerse inmortales y divinas, ungidas sus imágenes con el óleo del genio, tiende ahora su muy suave tapiz una hu¡ierba de olvido. Y las ventanas de la casa muerta fulgen al sol último de la tarde tenuemente, como los ojos vidriosos y verdosos de un cadaver. Jazmines seculares cubren la vieja casa con una verde túnica: Cuando el estío llega, todo ese manto de verdor florece, y vestida con todas sus flores albas, la casa muerta duerme bajo un sudario de jazmín (…).
Pasaba el genio del silencio. Y luego no se percibía otro rumor que el del río. El Manzanares, que allá abajo pasaba murmurando una salmodia: Como si rezara por la vieja y noble casa que se había muerto. La casa del padre Goya, que se ha muerto como se murió su señor. Como todo se muere.
Pedro de Répide
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Referencias.-
De El Madrid de los abuelos (Ed. M. Pérez Villavicencio, Madrid, 1908 ), en
Madrid visto y sentido
Edición Ayto.de Madrid/ Ediciones Librería
Madrid, 2002
(De la edición original de 1948 publicada por el Ayto. de Madrid)
Recorrido pictórico virtual por la Quinta del Sordo
Diaporama obras de Goya
La desconocida enfermedad de Goya
Las pinturas negras
Donde estuvo la Quinta del Sordo
(Acerca de la antigua estación de tren, llamada de Goya, que ocupó el solar de la Quinta.)
Visita a la Quinta del Sordo (El País, 1/12/2015)
Estimado amigo: Has tocado otro de los puntos dolorosos de este Madrid a cuya depauperación se han dedicado con entrega digna de mejor objeto las sucesivas administraciones con su ignorancia, desidia y corrupción y los mezquinos y abyectos intereses particulares. ¡Cuándo pienso en tantas ciudades de Europa, de la Europa culta, en que a cada paso te encuentras una lápida en la propia casa donde vivió un grande, y no como aquí, que, cuando las hay, la mayor parte de chapa, tienen que decir cosas como: «Alrededor de este lugar estuvo la casa de Fulanito….» o «En este solar surgía…».
Gracias de nuevo por resucitar ese Madrid perdido como sabes siempre hacerlo: con precisión histórica, rigor documental y emoción patente. ¡Gracias!
Enrique
coincido totalmente con Alberto al agradecerte esta labor de recuperación casi «arqueológica» de esos elementos de nuestra vida ciudadana que son o han sido espacio de vida y de creación. Hablando de Goya me sigue maravillando visitar San Antonio de la Florida. Mis amigos siempre me dicen que con tal de acabar en Mingo soy capaz de visitar la ermita para justificarme. Es al revés con tal de llevarles a ver las escenas de la cúpula me invento la comida para los amigos….
Muy buenas. Ando metido en un proyecto sobre La Quinta del Sordo y necesito información gráfica sobre el edificio; ya sabe, planos, fotos. Todo el material gráfico me sería útil.
¿Sabes de alguna dirección o libro que me puedan servir?
En muchos sitios se encuentra la distribución de ventanas y tal de la parte en la que se encontraban las Pinturas Negras, pero a mí me interesa la casa al completo.
Un saludo.
Hola Joaclint, la verdad es que en internet poco hay donde rascar acerca de la Quinta del Sordo. Conozco las referencias que das y la información es mínima. A parte de la descripción de de Répide que reproduzco en parte en el post no conozco nada más. Posiblemente puedas encontar algo en la biblioteca del Museo de la Ciudad de la calle de Príncipe de Vergara o en la sección de libros e Madrid en alguna biblioteca municipal. Poco más te puedo decir. Siento no haberte sido de mucha ayuda.
Un saludo.
Hola, Joacqlin. Confirmo lo que dice Enrique. Tal vez en el Museo de la Ciudad encuentres algo, pero deberás buscarlo tú mismo (menos mal que no es muy extensa y los libros están dispuestos por materias), ya que -por lo menos hasta hace un año que fui por última vez- no disponen de fichero. También se me ocurre la Biblioteca Histórica, ubicada en el Conde Duque, como posible lugar donde puedas encontrar más documentación sobre la Quinta.
Un saludo muy cordial.
Buenas, nunca es tarde para dar las gracias. Mi estadística de wordpress me dijo que alguien había ido a mi blog desde aquí y vine a echar un vistazo. La verdad que la documentación es escasa y con lo poquillo que he ido encontrando he ido tirando.
Muchas gracias, de nuevo
En Ediciones La Librería (www.edicioneslalibreria.com) puedes encontrar un libro titulado
«Quintas de recreo: Las casas de campo de la aristocracia alrededor de Madrid. Libro segundo. Los Carabancheles» donde se dedica un capítulo entero a esta quinta, con toda su historia y planos. Está la información más completa que he encontrado hasta ahora sobre esta Quinta
Saludos.
Es evidente que hay mucho que aprender acerca de esto.