Adolescentes pijos y ricos en Manhattan (Nueva York, USA)

Manhattan friday night_2007

Afortunadamente la edad tadavía no me ha robado la capacidad de sorprenderme, y no es que sea muy mayor. Me ocurre con asuntos de lo más variado. Me asombro incluso con simplezas previsibles, de las que aún después de vistas sigo ingenuamente dudando de su realidad.

En verdad, hay situaciones que ya sabemos, por haberlas leido, oido o visto en los medios de prensa o en la mucha literatura que hay de todo y acerca de todo, pero cuando somos testigos de lo sabido la reacción muchas veces es imprevisible y se tiñe de incredulidad, aunque lo tengamos delante. Y así sucede realmente, que dudamos de lo que estamos viendo delante de nuestros ojos, aunque sea una nimiedad previsible.
A mí me sorprende el fenómeno juvenil del botellón, por ejemplo. No porque no me parezca algo lógico. No deja de ser una respuesta normal en una sociedad como la nuestra, la española, la occidental-meridional, que siempre ha rendido culto a Baco y al placer del relajo nocturno. Somos, los españoles en general, disciplinados y poco originales a la hora de gastar o malgastar el tiempo libre. Tal vez sea una cuestión de posibles, toda vez que los ricos siempre disponen de mayores recursos imaginativos para el despilfarro, tanto en la dimensión temporal, la cuarta, como en la material, si es que existe.

Lo cierto, es que las lides de algunos infantes y otros ya sin tanta reverencia, por hacer prevalecer la borrachera infame al aire libre como un derecho natural o adquirido, es igual, me hiere internamente. No alcanzo a comprender las razones de tanta tontería. Finalmente, unos lo hacen por exceso y otros por defecto. La insensatez no se puede justificar en ninguno de los casos.

Lo que fielmente nos retrata a todos, ricos y pobres, feos y guapos, es el comportamiento, que es común, a pesar de nuestra capacidad de gasto. Lo veo aquí, debajo de mi casa, en el parque, en la plaza, en el extrarradio y en el centro de la ciudad.

Lo que me llamó la atención y me sorprendió, conociendo ya que lo que veía no era nada raro, fue lo que ahora es objeto de este comentario. La imagen, la foto,  que ilustra todo lo dicho: Una limousine para jovenzuelos que quieren pasar el «finde» cómodos y borrachos. Y que, luego, el chofer los lleve a casa sanos y salvos. Ya vomitarán al día siguiente en sus retretes de lujo. La foto está tomada en un barrio elegante de Manhattan, en el entorno de Broadway, y los protagonistas… No hay más que verlos.

El problema real, lo que me asusta,  son los papás. En este caso daddy and mummy.  ¿Qué les parecerá la idea? Bueno, pués parece, a todas luces, que están contentos, ya que la pasta no creo que la ganen sus retoños en la High School o en la University, haciendo labores sociales. El dinerito para el cumpleaños etílico o el quinceaños o dieciochoaños o lo que sea en el lujoso automóvil lo habrán puesto los padres. Penoso.

Los precios son interesantes. Por menos de mil dólares se puede alquilar un lujoso coche extralargo (Cadillac, Rolls Royce, Hummer, Lincoln, Mercedes) con chofer y neveras llenas de bebidas y refrescos con burbujas durante diez horas.

Oferta una web dedicada a estos menesteres los automóviles para celebraciones: «¡Quinceañera celebre su Quince años con estilo llegando en una limusina privada! Cuando usted reserva una limosina con nosotros, hacemos todo lo posible para hacer su día aún más especial. Nuestros chóferes son amistosos y profesionales, le llevaran con seguridad y estilo hacia lugares para tomar fotos y hacia su recepción. Todas nuestras limusinas se equipan con LCD TV’s y DVDs. Muchas de nuestras limusinas vienen equipadas de la iluminación óptica de  fibra y  luz laser. Proveemos agua, soda y hielo en todos nuestros servicios. Reserve su H2 Jet Hummer o la Cadillac Escalade Puerta Jet para su día especial«.

Espero que la imagen de la limousine neoyorquina no se repita en Madrid, aunque algún ejemplo parangonable ya conocí, por lo que tampoco sería de extrañar que se pusiera de moda entre los pijos ricos. Espero que la inteligencia de los padres venza a la de los hijos, al menos mientras estos sean parvos púberes con escasas nociones de la realidad o con limitadas representaciones del mundo, que es lo mismo. Aunque, a veces la tortilla se vire a favor de los hijos, mucho más inteligentes que sus progenitores. Ese es otro tema.

Espero que esto de las salidas nocturnas en limousine sólo sea una estupidez de niños estúpidos auspiciada por padres estúpidos y que esta estupidez sea sólo estupidez de paso y que no se asiente. Aunque no sé, como digo…, pijos y ricos hay cada vez más, al margen de las crisis.

NOTA: La foto que ilustra este comentario se tomó en Manhattan (Nueva York) en Junio de 2007, en los alrededores de la avenida de Broadway en Upper West Side. (Foto: Enrique Fidel Rojo, 2007)

«Telefonillo», «Citofono»,»Entry Phone»…

citofono_pisa_2009_01«Citofono» situado en un edificio del centro de Pisa. (FOTO: E.F., 2009)

Telefonillo, entry phone o citofono. Son tres maneras distintas de llamar al mismo invento. Cada idioma tiene su carácter y los objetos suelen desembocar en términos, a veces imposibles, pero siempre sujetos al orden de la lengua.

telefonillo antiguoRecuerdo que en mi casa de Madrid, de principios de los cincuenta, había un telefonillo en el exterior del portal y otro en el interior, junto al ascensor. Eran veintiocho botones de baquelita negra embutidos bajo una chapa de bronce o de latón dorado grueso y brillante que conectaban con cada una de las viviendas del edificio. Mi recuerdo es el de un panel sencillo con letras y números grabados, que cuando llamabas sonaba en casa. Eso sí, no podías hablar, pues no tenía interfono, tenías que asomarte a la puerta, mirar por el hueco de la escalera o bajar al portal. Después de una reunión vecinal, la comunidad decidió eliminar la reliquia y ahora luce en el portal un impersonal y uniformizado telefonillo al que nadie hace caso cuando llaman.
H
ace poco que vi unos cuantos en Italia y me quedé admirado al comprobar que permanecían en buen estado, cuidados y prestando el servicio para el que se instalaron. ¡Qué bonitos, con sus marcos de mármol, madera, chapa…!
En Italia, por lo que he visto, abundan los «citofoni» primitivos, de original factura, algunos de elegante belleza, e inefable servicio.
Desde entonces ando buscando por mi ciudad telefonillos antiguos, y mi desilusión es comprobar que los viejos timbres o interfonos han sido eliminados y ya no existen más. Ahora lo que se lleva es el videotelefonillo, más eficaz, más moderno y, sobre todo, más disuasorio, a fin de evitar las visitas inesperadas de amigos indeseables, cobradores ingenuos, carteros comerciales, pesados de turno, etc.

citofono italia_01 «Citofono» en un edificio de Roma (FOTO: E. F., 2009)

Aprovecho el recuerdo y la experiencia visual de los viejos telefonillos para insertar en este espacio unas cuantas fotos de un elemento de temprana tecnología urbana, al servicio de los hogares burgueses y no tan burgueses del pasado siglo. Las fotos están tomadas en Italia (Roma y Pisa). Aunque son sólo una muestra escasa, prometo perseverar y buscar muchas más, aunque sea por reivindicar la estética de un pasado muy cercano, mucho más cuidada y elegante. Si se me pasa, que alguien me lo recuerde. Otras fueron obtenidas en internet.

Old entryphone