Molino de viento que «aspiraba e impelía» el agua de un pozo, para almacenarlo en un depósito y distribuirlo por la finca. ( Foto: ERREKA, 2008 )
Traigo al Blog una bocanada de aire puro y de silencio. Al menos durante estos últimos días del mes de Julio, el silencio se significa y magnifica. En un Madrid ruidoso, en el que, ahora que son menos los que hacen ruido, se oye hasta el zumbido de las moscas volando, es placentero pararse a escuchar el silencio. Y de fondo molesta el vuelo de moscardón, aunque debiera celebrarse. Qué paradoja.
Traigo al Blog el aire fresco de una antigua «Quinta» –ahora parque histórico– situada en el casco urbano de Madrid, de cuando el lugar no era urbe, y ni siquiera era Madrid. Esta Quinta –leo en Madripedia– “fue propiedad del Conde de Torrearias.” En 1920 la cedió al arquitecto alicantino César Cort Botí, que era profesor de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura y concejal del Ayuntamiento. La podemos encontrar en la prolongación de la calle Alcalá, en el tramo que parte desde la plaza de los Hermanos García Noblejas y que en un tiempo se llamó Avenida de Aragón.

Palacete de la Quinta de Los Molinos. De estilo, racionalista vienés, fue construido en los primeros años del siglo XX.
A este depósito de presión llevaba el molino el agua para dar servicio a las casas de la finca. ( FOTO: ERREKA, 2008 )
En el blog “Amigos del Foro”, en un artículo firmado por Conchi Navarrete, se lee: “El Conde de Torre Arias (D. Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno), fue amigo de Cesar Cort, y le vendió la primera finca registral que estaba junto al estanque actual, éste es el principio de la Quinta que hoy conocemos. A cambio Cesar Cort, le hizo al Conde de Torre Arias el palacio donde vivía en la calle General Martinez Campos”.
César Cort Botí fue quien construyó lo que ahora se ve en el parque: una finca al estilo mediterráneo, con sus almendros, olivos, pinos, sus aljibes, pozos y molinos. “A su muerte –se lee en la ya citada enciclopedia virtual- , el parque quedó semiabandonado”. En 1980, siendo alcalde Enrique Tierno Galván, un convenio de la Gerencia Municipal de Urbanismo con los propietarios herederos cede al Ayuntamiento tres cuartas partes de las 28,7 hectáreas de la propiedad original, quedando la parte restante dedicada a uso residencial.
Almendros, numerosísimos, olivos y pinos diseñan las dehesas de esta antigua finca, hoy «parque histórico» de Madrid. ( Foto, ERREKA, 2008 )
Fuente en el Parque de la Quinta de los Molinos ( Foto: ERREKA, 2008 )
En la actualidad, el parque de la Quinta de Los Molinos, que así se llama, cuenta con 25 hectáreas, ocupadas en su mayor parte por árboles, espacios ajardinados, fuentes, puentes, molinos de viento, depósitos de agua y numerosos caminos. Los edificios de la finca son un palacete de estilo racionalista a la vienesa de Josef Hoffmann, que nos puede recordar al Palacio Stoclet en Bruselas; una casa de verano –la Casa del reloj, más tradicionalista y popular, a la española-; un pequeño invernadero; y una casa para el guarda.
Un respiro y un suspiro. También una sorpresa. La Quinta se suma a otras que en Madrid hubo y que lo fueron de recreo y para el solaz de sus propietarios, como «El Capricho» de la duquesa de Osuna. Hoy de disfrute popular. Por suerte, el verano de Madrid es silencioso, aunque haya moscas.
«Casa del reloj», en esta casa de verano pasaban el estío los propietarios de la finca. Con la edad, César Cort Botí, sustituyó el palacete por esta vivienda, más asequible a las limitaciones de la edad ( Foto: ERREKA, 2008 )